Arrestos en Aquila; ceremonias y aplausos en Xaltianguis

Lo que en verdad no funciona es mandar un mensaje en Aquila y otro en Xaltianguis.

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Leo ayer en MILENIO Diario la siguiente nota de Javier Trujillo desde Guerrero: “Son 102 mujeres que este domingo tomaron las armas y se uniformaron como policías ciudadanas, y con fusil en mano juraron defender a los habitantes de Xaltianguis. De las comandantas, diez son amas de casa, una profesionista y dos más comerciantes, quienes se dijeron dispuestas a no volver a perder la paz y la tranquilidad que el gobierno no les ha podido brindar”. La foto que la ilustra es la de una ceremonia bien organizada, con pobladores aplaudiendo a sus nuevas protectoras.

Leo también la nota de Ignacio Alzaga: “La Procuraduría General de la República encarceló en el penal federal de Villa Aldama, Veracruz, a 40 integrantes de la autodenominada policía comunitaria de Aquila, Michoacán, quienes fueron detenidos y desarmados por militares y autoridades del estado el miércoles pasado”. 

¿Hay dos tipos de policías comunitarias? ¿Las de Michoacán merecen cárcel; las de Guerrero, aplausos? ¿Las de mujeres son intocables? ¿Importa que unos se llamen grupos de autodefensa y otros policías comunitarios?

El episodio de los comuneros de Aquila es el primer mensaje claro de autoridades federales contra estos grupos que este año han surgido en varias zonas del país. Por lo pronto, han sido solo acusados penalmente de delitos con relación por las armas que les confiscaron, nada más. Aunque se han querido insinuar otro tipo de acusaciones relacionadas con tráfico de drogas, nada de eso existe en el expediente. Si eso creen las autoridades, que lo digan frente a un juez, no en susurros.

Lo que en verdad no funciona es mandar un mensaje en Aquila y otro en Xaltianguis. Está claro que en muchas comunidades este tipo de grupos nacieron como una manera de combatir al crimen, pero también hay evidencia de que muchos de estos grupos han sido disfraces de grupos criminales para combatir autoridades y someter a poblaciones enteras. 

Lo que urge es una política clara de parte de los gobiernos locales y el federal. Y que el mensaje no tengas las turbiedades de arrestos en la madrugada, traslados a miles de kilómetros, con dudosas órdenes de aprehensión.
El asunto es demasiado serio. 

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