Así se llevan en el PAN

En el blanquiazul hay suficiente capital humano y político, lo que ha faltado es oficio.

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El PAN es una fuerza fundamental anulada por querellas menores. El reacomodo del PAN de partido gobernante a oposición ha sido considerablemente más accidentado que lo que ocurrió con el PRI en 2000. Las pugnas internas han sido provocadas por el grupo alineado y promovidas a cargos legislativos por el ex presidente Calderón, quien antes ya había fallado en el propósito de hacer a su favorito candidato presidencial. Josefina Vázquez Mota en buena contienda venció a Ernesto Cordero.

Es común que después de la derrota electoral los partidos transiten a un periodo de crisis. En el PRI resolvieron ignorar las causas de las derrotas de 2000 y 2006, los gobernadores usufructuaron la circunstancia de un Presidente del PAN, los legisladores desplegaron la libertad que nunca tuvieron y la dirección nacional se centró en frenar investigaciones lesivas como el Pemexgate. 

En el PAN las dificultades no tienen que ver con un ánimo de revancha de los ganadores; casos como los de César Nava son efecto colateral de procesos judiciales iniciados hace tiempo. Los problemas resultan de la falta de vocación política del grupo del ex presidente para asimilar la derrota y concederle al partido y dirigencia el lugar que le corresponde.

Las dos acciones más notorias del PAN han sido la denuncia por las irregularidades en las elecciones locales y la remoción de Ernesto Cordero de la coordinación de los senadores. 

Los dos hechos remiten a lo mismo, Madero denuncia y reclama en exceso al gobierno federal para mantener credibilidad por las acusaciones del calderonismo de sumisión al presidente Peña y remueve a Cordero porque él y su grupo están en una actitud entre el desafío y la rebelión.

Las partes en pugna se llevan fuerte. Por una parte, el grupo defenestrado busca amarrar las manos al nuevo coordinador y centra su acción en el tema más pueril y primitivo, el dinero. Por la otra, el contraataque del grupo de Madero en voz del senador Ernesto Ruffo va en el sentido de que Ernesto Cordero dispuso discrecionalmente de los recursos de la fracción y realizó préstamos irregulares. 

El aludido responde fuerte: calificó a Ernesto Ruffo, primer gobernador en la historia del PAN, como “basura reciclada” y con vínculos de él y su familia con el narcotráfico. Bonitas expresiones dirigidas a quien se animó a grabar un promocional con la expresión “primero me castro, antes de votar por Trenti”. 

Las balas no quedan allí, al senador Javier Corral se le dice que se alquila a cualquiera para golpear a sus correligionarios de bancada y que es un “plurinominal profesional” que ha recibido 21 millones de pesos.

Lo que hay de por medio en todo esto no son diferencias políticas ni ideológicas. El agrupamiento en el PAN es por corrientes muy corrientes, que han hecho del dinero el tema y por ser pleito personal entre hermanos, el insulto y la agresión verbal no conocen límites. 

Todo esto tiene un elevado costo para el PAN y para el país al ver una de las fuerzas políticas fundamentales anulada por sus querellas internas. Cada vez participa menos del debate de los temas de fondo, lo visceral y lo secundario se impone, incluso en los hombres de talento, todo ello explica por qué los gobiernos del PAN fracasaron.

No se sabe si el PAN superará el ambiente de encono. Los dos grupos beligerantes deben abrir paso a una nueva opción que pueda recuperar el ánimo partidario, el prestigio que acompañó al PAN en su larga historia y el sentido de lucha cívica. Lo puede hacer como el PRI, sin realizar un examen autocrítico de las razones de su derrota, pero con un sentido de compromiso de que importa mucho más el proyecto común que las posiciones, intereses y querellas particulares. 

En el PAN hay suficiente capital humano y político, lo que ha faltado es oficio para llevar las cosas con un mínimo de respeto. La autodetractación está al orden del día, sería hora de que el interés del partido prevalezca.

Quien mucho puede hacer para que las cosas vuelvan a la normalidad es el ex presidente Calderón. Se requiere de él que deponga su actitud visceral que los suyos interiorizan y reproducen en exceso. Ya tuvo la oportunidad y lo de él es dejar que otros cumplan con la nueva etapa del partido. Su cuota con el PAN ya la cumplió. Si se ve en el espejo de los ex mandatarios advertirá que todo intento de reescribir la historia es infructuoso y bien puede llevarle al ridículo. Los suyos deben andar su propio camino, sin el fardo de justificar el pasado ni cobrar cuentas por agravios reales o imaginarios.

Como en su momento señalara Diego Fernández de Cevallos, uno de los panistas más lúcidos de las últimas tres décadas, en el PAN hace falta generosidad, mucha generosidad.

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