Asistencialismo puro

El programa Oportunidades fue creado con la finalidad de asistir en la educación y alimentación de los llamados sectores vulnerables de México...

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El programa Oportunidades fue creado con la finalidad de asistir en la educación y alimentación de los llamados sectores vulnerables de México, para abatir la pobreza y fomentar el desarrollo social, objetivos que hasta hoy en día no se han logrado. Hace un par de meses y desde su creación, la llamada “inversión social” no ha sido más que un gasto público que oscila en los 492 mil 200 millones de pesos.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) nos ofrece un panorama desolador, porque en vez de ir disminuyendo el número de afiliados, a quince años de haberse creado  Oportunidades (aunque antes funcionaba con el nombre de Progresa), el padrón de familias beneficiadas ha aumentado en dos mil por ciento. En la actualidad, aproximadamente 6.2 millones de familias son las beneficiarias, y no necesariamente todas pertenecen a los sectores vulnerables.

La pobreza aumenta, así mismo el número de afiliados, y de acuerdo con la Coneval, cada vez aumenta el número de familias que no pueden comprar la canasta básica.

Sin embargo, a pesar del fracaso evidente en la transformación social al no cumplir con sus objetivos, el gobierno sigue manteniendo el programa, pues se ha convertido, para muchos, en un plan con fines electoreros. En ciudades como Playa del Carmen, donde el programa existe, haría falta una revisión exhaustiva y ver quiénes están recibiendo dichos beneficios. No sorprendería a muchos los resultados,  pues quienes lo reciben no están necesariamente en una situación de pobreza.

El fracaso del programa radica en que se concibe a la pobreza como un fenómeno aislado y es atendida mediante dádivas, pues inmoviliza la participación de los grupos sociales y apaga la creatividad tanto individual como comunitaria. En cada una de las acciones públicas se debe incorporar al individuo como un sujeto, no como un objeto, que es lo que sucede normalmente. Pero es más fácil mantener este programa que genera fuentes de empleo.

Cada una de las familias beneficiarias recibe 445 pesos al mes como apoyo en alimentación. Además, con hijos en la escuela, una familia recibe una beca que va desde los mil 265 a los 2 mil 320 pesos, ello dependiendo el número de hijos y escolaridad. Sin embargo, en las zonas rurales, pocas veces este dinero va necesariamente para alimentación y educación de los menores, y los padres optan por gastarlo en cosas muy distintas a los fines por los que el apoyo fue dado. No existe seguimiento y el dinero se da sin ningún cuestionamiento.

La salida actual a la crisis que se vive en todo el país depende en mucho de la construcción de un trabajo colectivo, involucrando a cada uno de los actores políticos, incluyendo los tres órdenes de gobierno y partidos, comprometidos con un nuevo modelo. Al parecer, dadas las circunstancias, eso está lejos de suceder.

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