Bancos al banquillo

La banca está mejor que siempre, pero hay un problema, el crédito es escaso y caro.

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Después de la pesadilla que fue la crisis financiera de 1995 y el Fobaproa, México tiene el sector bancario más sano y uno de los más exitosos del mundo. Los banqueros de ese entonces no son los mismos de ahora; casos como los de Javier Arrigunaga, director del Grupo Financiero Banamex, y Guillermo Ortiz, presidente de Banorte, eran autoridades en aquellos dramáticos momentos. La banca está mejor que siempre, pero hay un problema, el crédito es escaso y caro.

La banca, incluso la de desarrollo, arriesga poco y lo hace casi siempre en su área de confort.

La reforma financiera busca cambiar la situación; para ello se propone modificar 24 leyes. Se trata de que el crédito llegue y lo haga a tasas razonables. El secretario Videgaray señala que el crédito formal significa 24% del PIB, mientras que en países equivalentes está en el orden de 50% y en Chile representa 100% del PIB. 

El problema del crédito se debe no necesariamente por las malas prácticas de los bancos; mucho tiene que ver un régimen procesal que dificulta la ejecución de garantías frente a quienes incumplen con su pago. Esta circunstancia castiga a los más, ya que acceder al crédito se ha vuelto costoso como sucede en las tarjetas de crédito y en los préstamos se exigen garantías considerablemente mayores al monto recibido. Algo semejante ocurre con los seguros, el abuso de los menos afecta a los más.

A quienes más daña la situación es a las pequeñas empresas, que son las que más empleo y bienestar generan a la población. Muchas se ven obligadas a buscar crédito informal y, por lo mismo, al margen de la certeza legal y, en muchos casos, a tasas de usura. 

El crédito que más se requiere no es al consumo, sino a la producción y al desarrollo. Han sido los gobiernos los que más han pervertido este objetivo del sistema crediticio; más grave la situación en los gobiernos estatales y municipales.

Los diputados primero y luego el Senado tendrán la oportunidad para abordar uno de los problemas más serios de la economía nacional, pero requerirán entender que no es el voluntarismo lo que funciona, sino los incentivos propios de la economía de mercado. 

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