Becas fugitivas
Miles y miles de menores de edad son los grandes damnificados por el enorme e imperdonable atraso en la entrega de sus becas escolares...
Miles y miles de menores de edad son los grandes damnificados por el enorme e imperdonable atraso en la entrega de sus becas escolares, como consecuencia de un manejo irresponsable del presupuesto en el gobierno de Roberto Borge, cuya lista de malas acciones se ha acumulado sin que haya una reacción contundente en la cancha de la justicia.
En el caso de las becas fugitivas, el expediente tiene que ser revisado a conciencia por la Secretaría de Educación y Cultura, ya que permanece activa la deuda con la sociedad y en concreto con una población estudiantil que es la principal esperanza de nuestro estado, cuyo gobierno tiene la obligación de estimular su formación, sin que el monto de las becas generales sea impresionante. Hablamos de 200 pesos bimestrales por alumno de nivel básico, una cantidad insignificante pero que es aguardada por los menores de edad.
Las becas de 200 pesos bimestrales son llamadas “económicas” y se queda corta la autoridad al etiquetarlas así, ya que son de miseria y lo peor es que las deben y no dan explicaciones a los padres de familia que visitan los cajeros automáticos con sus hijos.
Los episodios en sucursales bancarias son estremecedores, ya que el niño acompañado por su madre ingresa al cajero con su tarjeta de débito y un semblante de esperanza, y al consultar la cuenta en ceros es invadido por la desilusión. Porque los hombres y mujeres del mañana en esta etapa de sus vidas no tienen la menor idea de las perversas motivaciones de los hombres y mujeres del poder que han perfeccionado las técnicas para el saqueo en escala montañosa.
Las becas escolares fueron un asunto descuidado por el gobierno del estado, cuya alta burocracia empleó esos millones de pesos para atender otras tareas de menor impacto social. Y al revisar con binoculares el tamaño del boquete financiero, no es de extrañar que el dinero destinado a las becas haya sido desviado con fines de pillaje hasta hoy impune.
Como titular de Educación y Cultura, Marisol Alamilla Betancourt tiene que revisar a fondo el esquema de las becas económicas y de excelencia para que su flujo ya no sea interrumpido por la irresponsabilidad de mandos tan insensibles que predominaron en el gobierno de Roberto Borge.
El gobierno del estado ya no debe castigar más a su niñez, y el tema financiero debe ser reparado para que la educación sea un sector atendido en todos sus flancos, sin que la obesa burocracia de la Secretaría de Educación sea la única becada con sueldos de ensueño.