Es entendible el interés de empresas y bancos por entrar en los nuevos negocios que se abrirán a la participación privada en el sector energético; están muy atentos aquí en México y en el exterior a lo que aprueben los legisladores sobre la esperada reforma del sector. Pero no son los únicos.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que preside Luis Alberto Moreno, dice que el componente energético del plan de infraestructura del país para todo el sexenio podría alcanzar 300 mil millones de dólares, lo que abre la posibilidad de participar en el financiamiento de proyectos en los próximos años. En pocas palabras, será un negocio para esta institución que impulsa el desarrollo latinoamericano.

El Banco Mundial no ha dicho nada al respecto. La cartera crediticia con México sigue seca, seguramente en espera de la firma de la llamada Estrategia de Alianza 2014-19 que está en preparación y pudiera aprobarse el próximo mes. Seguro incluirá apoyos financieros para el sector, a fin de reducir, por ejemplo, los gases de efecto invernadero y fortalecer los programas de lucha contra el cambio climático. Ya veremos.

Por lo pronto, el BID estudia la solicitud de un crédito hasta por 400 millones de dólares que utilizará Nacional Financiera para favorecer los proyectos de cogeneración de electricidad en la industria mexicana, entre otros de los sectores papelero, cementero, químico, minero y siderúrgico (también Pemex, claro), y para la expansión de la red logística de gas natural (gasoductos, almacenamiento, etcétera).

Se busca, además, beneficiar la competitividad de la industria dentro del Programa de Financiamiento para el Impulso de la Cogeneración en México, con mayor énfasis en la utilización del gas natural. México es importador de primer orden de esa materia prima proveniente de Estados Unidos, donde se ha registrado una caída en el precio mayor a 70 por ciento.