El bisabuelo de Marcelo León

l bisabuelo de Marcelo decía que hay momentos en la vida que como individuos nos entercamos...

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Marcelo León Blanco es el coordinador de la subsede de la escuela U Yitz Ka’an de Maní ubicada en Peto. En la reunión para celebrar los veinte años  de la fundación de la escuela, nos compartió una interesante historia que su bisabuelo le narró como parte de una enseñanza que debe ser transmitida.

El bisabuelo era un campesino que durante muchos años se dedicó a cultivar su milpa, no creía en las ceremonias como el sakab  (bebida ritual hecha de masa de maíz cuyo nixtamal se prepara sin añadirle cal) y la primicia. 

Todos los años cultivaba la tierra. Un día, estando en la milpa, escuchó que le golpeaban las maderas; otro día, le tiraron tierra y también le tiraban piedras. Pero él no veía a nadie. Nunca pensó que era un llamado del dueño del monte. Hasta que un día escuchó una voz que le decía que él sólo cosechaba, comía, vendía y gastaba el dinero sin agradecer. El dueño del monte le decía que, cuando talaban las matas, le lastimaban los espinos; cuando quemaban el monte, se entiznaba; cuando sentía sed, nadie lo refrescaba. El milpero decía: Quién sabe quién me quiere asustar. Pero un día se enfermó, le dio calentura y sus hijos lo llevaron con un j’men, quien les dijo que la enfermedad era un castigo porque le pedían ofrenda y no hacía caso, que era terco y no agradecía por lo que le regalaba la tierra. Sólo sanaría haciendo una primicia y pidiendo perdón al dueño de la tierra y del monte, y con la condición de trasmitir esta tradición a los hijos y a los nietos. 

Desde la edad de 14 años le enseñaron a Marcelo que las ceremonias de sakab y la primicia se tienen que hacer para que no pasaran la experiencia que vivió el bisabuelo, porque la tierra está viva, el monte está vivo, tiene dueño y se le tiene que agradecer por lo que nos da. 

El bisabuelo de Marcelo decía que hay momentos en la vida que como individuos nos entercamos, no hacemos caso a las creencias, que restamos importancia a nuestras tradiciones. 

Estos mensajes son un llamado para no olvidar a la madre tierra y que tenemos que ofrendar a los dueños de cada elemento de la naturaleza, porque ellos nos dan el sustento.

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