Botox, tirano encantador

Desde 1987 comenzó a utilizarse el botox como recurso cosmético por los oftalmólogos.

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Algunas marcas de medicamentos pueden trascender a  la eficacia de sus componentes y hacerse del dominio público e incluso  poder ser un referente cultural como lo es la aspirina, el prozac, pero sobre todo el botox, siendo en la actualidad el tratamiento para el envejecimiento por excelencia o cuando menos el más usado en el mundo.

En  el libro “Los diarios del botox”, las autoras hacen una descripción  divertida de cómo  enfrentar el envejecimiento, con el riesgo de “provocar arrugas de risa”.

Botox es el nombre más conocido o el primero que se le dio a la toxina botulínica tipo A (T.B.) que produce la bacteria C. botulinum,  que de manera natural produce el botulismo, una enfermedad mortal, y que de manera terapéutica es utilizada para debilitar los  músculos al bloquear el efecto neurotransmisor de la acetilcolina para realizar la contracción muscular, que en los músculos de la cara produce pliegues primero y después las tan temidas arrugas que delatan al envejecimiento:  la cana engaña pero la arruga desengaña.

Desde 1987 comenzó a utilizarse como recurso cosmético por los oftalmólogos que la uban para el tratamiento del estrabismo (bisquera), actualmente se utiliza en la cara, el cuello y el pecho con fines estéticos; los neurólogos la utilizan para tratar pacientes con contracturas musculares y migraña 

La  aplicación de la T.B. debe realizarse por médicos entrenados porque requiere de un conocimiento elemental de la  toxina y  de la anatomía de la cara,  pero sobre todo de los músculos faciales para poder debilitarlos o paralizarlos y eliminar las arrugas que se producen  por la gesticulación con resultados satisfactorios a los pocos días,  pero que solo duraran de 4 a 6 meses.

Por lo que, si no le gustan los resultados al paciente, tiene la ventaja de que desaparecerán a los 4 meses y la desventaja de que si quedó satisfecho lo tendrá que repetir a los 6 meses y las veces que  lo desee,  ya que después de más de 20 años de experiencia no se conocen efectos indeseables a largo plazo; las complicaciones que podrían producirse por una mala técnica de aplicación  es la ptosis palpebral o parpado caído o el levantamiento exagerado de las cejas que desde luego son transitorios y pueden corregirse.

La T.B.  en dermatología no sólo es de uso cosmético, sino que también se utiliza para reducir eficazmente la excesiva  sudoración (hiperhidrosis) de axilas, planta de los pies y palma de las manos.

La cantidad de T.B. que se aplica se mide en unidades y 50 u. pueden ser suficientes para tener resultados deseados; el frasco contiene 100u que se diluyen en 1 ml de solución salina. El único inconveniente de este tan socorrido recurso cosmético es su  costo que puede limitar su uso, excepto cuando se pagan con cuotas  sindicales  del magisterio.

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