Brasil: La derrota nacional

Nos la vivimos con el morbo de las noticias de la violencia en México, a diario somos bombardeados...

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Nos la vivimos con el morbo de las noticias de la violencia en México, a diario somos bombardeados por fotos y comunicados por las ejecuciones y la barbaridad. Pero sólo falta aprender un par de palabritas en portugués y ubicarlas en Google para notar que estamos en pañales en lo que a violencia se refiere. 

Con escribir “jovem assassinado” o “bandido morto” verán que la verdadera catarata de sangre de América no se derrama acá sino mucho más al sur, en Brasil. La nación que tiene al 20% de su población sin vivienda y los índices de criminalidad más altos del mundo se da el lujo de invertir en una terminal de contenedores en Cuba para afincar posiciones en un barco hundiéndose, a gastar millones en representaciones y propaganda y a dilapidar el tesoro nacional en organizar un Mundial que le ha costado miles de millones de dólares a los brasileños y que no van a recuperar.

La aplastante derrota de Brasil ante la selección germana y el sábado una vez más en el partido de la vergüenza contra Holanda, es un teatro de lo que se vive realmente en ese país. Nos sacaron las lágrimas las imágenes de los aficionados llorando amargamente la derrota de un juego de fútbol, cuando las lágrimas deberían ser por otra cosa. 

Ni remotamente en México tenemos una situación de violencia absolutamente generalizada como la de Brasil, ni tenemos el índice de pobreza de ellos y ni muertos nos metemos en la aventura de organizar un Mundial de la era moderna con todo lo que ello conlleva. 

Los mundiales y las Olimpíadas ya no son lo de antes, es decir, una fuerte inversión inicial y luego era cosa de esperar y los beneficios vendrían. Y los eventos globales son un gasto suntuario para las economías nacionales y en medio de las crisis que estamos viviendo los latinoamericanos esto es simplemente una locura sin sentido. 

Era deprimente ver las imágenes de personas viviendo en contenedores de basura y precios de entradas de estadios en el equivalente a 10 mil pesos, en medio de la miseria, hicieron la copa de los ricos sin comida en el refri. 

La sacudida del nuevo “maracanazo” es una lección de humildad ante la soberbia de los gobernantes. La cuenta le será pasada a la rechoncha Dilma Rousseff en las siguientes elecciones y al populismo demagogo que representa. En cambio, vemos la genuina alegría de los alemanes, que en medio de la crisis son el pilar de la economía europea y rigen el Euro. Qué pena que no exista una copa de la mesura y la disciplina, esa la ganaban seguro.

PS: El 13 de julio se cumplieron 20 años del hundimiento del remolcador “13 de marzo”, por el régimen de Cuba. En ese fatídico día, 37 cubanos inocentes fueron masacrados por el delito de querer abandonar una tierra sin esperanza, diez de ellos eran niños. Los criminales, vestidos de verde, que asesinaron a su propia gente aún están libres, las memorias de las víctimas del remolcador claman justicia.

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