Brexit México: el fin de la globalización

Lo que motivó el 'No' en Inglaterra es que las cuentas alegres de la macroeconomía nunca llegaron a las familias, sólo llegaron a la bolsa de unos cuantos.

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Thatcher y Reagan iniciaron una época en la que el papel del Estado en la economía finalizó, la ministra  inglesa  minimizó sindicatos y vendió empresas del Estado, Reagan eliminó impuestos y desreguló muchas actividades, entre ellas las financieras, y así nacieron el neoliberalismo y los tratados de libre comercio y el mundo se dividió, ya no por cultura y moneda, sino por bloques comerciales y alianzas.

En México firmamos tratados de libre comercio, los economistas vieron al talento empresarial y a la libertad económica como la cura de todos los males sociales y con ello vino el libre tránsito de personas, las políticas económicas del Banco Mundial y el comercio abierto que proporcionaron la ilusión de bonanza, crecimiento y progreso.

A 30 años de Reagan, a 20 años del TLC, hoy los británicos dijeron ya no más, y no es xenofobia, ni nacionalismo puritano, sino la percepción de que empleo y bonanza nunca llegaron a las clases medias y bajas; aquí las únicas que ganaron fueron China y las empresas de elite del mundo.

Abrimos nuestro mercado y quebraron muchas empresas locales con la promesa de que iban a venir las industrias y nunca vinieron.

Vendimos los bancos con la promesa de que vendrían los grandes bancos mundiales e iban a bajar las tasas de interés y ahora tenemos las tarjetas de crédito más caras del mundo.

Abrimos el comercio de alimentos y vino el maíz subsidiado de Estados Unidos e hizo no rentable el campo mexicano y la migración nunca paró.

También perdimos productores locales, ya que si bien  ha aumentado la fabricación de ciertos productos esto ha sido en manos de empresas trasnacionales; hoy la soberanía alimentaria no existe en frijol, arroz, etc.

La gran clase media inglesa no es tonta, sólo protesta por un contrato incumplido, sólo manifiesta lo que en México se entiende cuando en las urnas se vota en contra; la percepción política del ciudadano de a pie es directamente proporcional a la economía familiar y a la calidad de los servicios públicos municipales.

Reitero, no es cerrazón, no es nacionalismo, no es falta de solidaridad; lo que motivó el no en Inglaterra es que las cuentas alegres de la macroeconomía nunca llegaron a las familias, sólo llegaron a la bolsa de unos cuantos. Ahora las autoridades del comercio inglés van a voltear a ver a los productores y a los comerciantes locales antes de dar permiso para entrar a su mercado.

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