'El buen fin' no justifica los medios

En esta semana algunos comerciantes, en una muestra de su deseo de aumentar sus ganancias, otorgan descuentos y facilidades de pagos a los ansiosos consumidores.

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El espíritu egoísta del comercio no reconoce patria ni siente ninguna pasión o principio salvo el del lucro.- Thomas Jefferson

Ya se acerca el tan deseado “Buen Fin”. Fin y comienzo de una semana donde algunos comerciantes, en una muestra de su deseo de aumentar sus ganancias, otorgan descuentos y facilidades de pagos a los ansiosos consumidores. El comercio es el acto de ganar dinero a base de vender, comprar barato y vender caro. Es una actividad honesta no obstante de perseguir un propósito egoísta enriquecer o buscar el lucro de quien lo realiza. Nos queda claro que los comerciantes no son palomas de la caridad. 

Entendemos por moral “al conjunto de reglas, de normas de convivencia y de conducta humana que determinan las obligaciones de los hombres, sus relaciones entre sí y con la sociedad”. La ética se refiere “al problema del bien y del mal, establece el código moral de la conducta, señala qué aspiraciones son dignas, qué conducta es buena y cuál es el sentido de la vida”.

En una sociedad en donde todo o casi todo tiene un valor de cambio, ¿qué caso tiene hablar de moral o de ética? Pues resulta que la ética tiene que estar presente en todos los actos del hombre, incluidos los de naturaleza mercantil o comercial. No debe permitirse que los actos de naturaleza económica no tengan un control ético o moral, porque de lo contrario se estará permitiendo cualquier situación que justifique la utilidad o la ganancia por encima de los valores del ser humano.

Se han hecho esfuerzos significativos para tratar de minimizar las prácticas poco éticas en las actividades económicas y en las prácticas desleales de comercio, hemos dicho que no se puede generar riqueza desprovista de ética por mucho que sea su bonanza; esta práctica es inaceptable. 

En el capitalismo rampante la competencia por apoderarse del mercado es a muerte, no es tú y yo, sino tú o yo. Las empresas deben competir entre sí para sobrevivir, al hacerlo lo deberán hacer con un mínimum de reglas éticas. No es aceptable que en aras de conseguir acaparar el mercado se carezca de reglas de competencia y por lo tanto todo sea válido, incluso lo inmoral y lo no ético.

Recordemos la propuesta kantiana de ética: actuar de tal forma que tus actos tiendan a convertirse en ley universal, es decir válidos para todos erga hommes. Todo acto mercantil debe llevar una moral determinada, es inaceptable lo contrario, por mucho que sea su atractivo utilitario. El fin por muy bueno que sea, no deberá justificar los medios.

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