El burócrata transexenal

Su objetivo no es trascender, ni siquiera volverse ricos, es sólo llevar el día a día siempre con la meta de un adicto: “Hoy pasé el día”. Son aquellos funcionarios que lo único que quieren es ser invisibles y perdurar.

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Todos los conocemos, los hemos visto siempre en distintas dependencias de gobierno, amables, austeros, con la simpatía y don de gente necesarios para siempre generar confianza; son los indispensables de la burocracia, cuyo gran pecado no es lo que hacen sino lo que nunca hacen.

Su objetivo no es trascender, ni siquiera volverse ricos, es sólo llevar el día a día siempre con la meta de un adicto: “Hoy pasé el día”. Son aquellos funcionarios que lo único que quieren es ser invisibles y perdurar. Su principal objetivo es causar buena impresión y no dar resultados, pero si hay alguno se lo regalan a sus superiores,  son expertos en desarrollar explicaciones para librarse de responsabilidades o culpas.

No quieren ser recordados y carecen del sentido del deber. Con los poderosos son aduladores, atentos y serviciales, jamás formulan una opinión, totalmente insinceros, hablan bien de vecinos, amigos y jamás son chismosos, saben no correr riesgos. Con los de abajo son fríos, insensibles y guardan su distancia.

Seguro los conoces: abiertos en público, evasivos y dilatorios en privado, jamás promueven el trabajo ni la diligencia, a menos que les resulte en algún provecho. Estos comodines del sistema siempre brillan por su confianza más que por su eficiencia y siempre tienen como principal atributo la discreción por encima del talento. Este ejército de mediocridad es la razón por la que las instituciones son lentas, son los que prefieren atesorar favores de los de arriba aun cuando violen sus responsabilidades y los cobran en el siguiente periodo para seguir prevaleciendo.

Si los presionan a ser eficientes o generar resultados hacen todo lo posible para poner trabas y no hacer cambios. Son los primeros en sabotear sistemas nuevos y generar molestias a la ciudadanía para que siga todo igual.

Pueden ser secretarios, directores o simples líderes de oficinas, los identificas fácilmente, se mueven tranquilamente, hablan de cosas personales con su burócrata vecino enfrente de ti, no te tienen miedo, te ignoran y se toman su tiempo, su grupo o sindicato los protege para eso pagan cuotas.

No importa el partido, se mueven en grupo y son siempre el principal problema de  los gobernadores y alcaldes con  liderazgo, pasión e iniciativa, cualidades que les hacen tener aciertos y desaciertos, pero que al final mueven, mejoran y avanzan. Padecen de esa grasa que hace lento y torpe a cualquier gobierno y son los pasajeros seguros al siguiente sexenio.

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