Cae 'El Chapo' en el país sin leyes

Un logro importante del gobierno federal. Lamentable que la noticia haya venido de una agencia extranjera a través de la filtración de un funcionario norteamericano en el anonimato.

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El expresidente Felipe Calderón, en ocasión de la presentación de su fundación ante auditorio a modo, destacó que una de las debilidades del país es la precaria legalidad. La información en estos días respecto al manejo irresponsable y presuntamente corrupto del presupuesto durante el gobierno anterior, así como el deterioro heredado en muchos ámbitos, particularmente el de la procuración de la justicia, hace pensar que las palabras del expresidente son confesión de culpa. 

De haber sabido Calderón que El Chapo Guzmán sería detenido días después, habría dicho otra cosa.

Cayó El Chapo, sin duda un logro importante del gobierno federal. Lamentable que la noticia haya venido de una agencia extranjera a través de la filtración de un funcionario norteamericano en el anonimato. Así se la juegan los de las agencias norteamericanas, los mismos que aplaudieron la estrategia sangrienta del régimen pasado.

La suerte que no tuvo Calderón como presidente, sí le ha acompañado como ex presidente. Como ningún otro ha sido objeto de trato cuidadoso y si no que lo diga Vicente Fox. Calderón puede dormir tranquilo. Pero la realidad se impone y los reportes de la ASF son condena, como también mucho de lo que se observa: el Seguro Popular, el encarcelamiento en Estados Unidos del financiador de campañas del PAN por hacer lo mismo en el país del norte, Capufe, Conaculta y todo lo que se le sume. Si México fuera un país de leyes Calderón y muchos de sus colaboradores padecerían insomnio.

Es cierto, México debe transitar a la legalidad. El país no podrá tener una economía en crecimiento si no hay certeza jurídica; si no hay un régimen judicial confiable; si no hay un sistema que reprima y sancione la corrupción; si los empoderados no se someten a la ley y no abusan de su investidura como ha sucedido con la extorsión de legisladores a gobernadores y presidentes municipales. Si no hay legalidad tampoco habrá seguridad y la impunidad prevalecerá. Si no hay leyes tampoco habrá bienestar social o menor pobreza.

La legalidad no pasa por el Congreso ni por la Constitución, es cuestión de actitudes, valores y, especialmente, voluntad. Mucho más de quienes tienen poder político, económico o de influencia. Importa mucho la denuncia social, los medios de comunicación, incluso la red con todo y sus excesos y abusos. Es muy útil la acción vigilante de la sociedad, aunque también hay que decir que el cambio debe darse en las personas, las que mantienen una postura, en el mejor de los casos, ambigua respecto a la ley, si no es que de apego selectivo, cumplo hasta donde conviene.

El expresidente Calderón y los funcionarios que le acompañaron deben resentir el cambio y con razón reclaman por qué no se les dijo en su momento. Cierto, pero en parte. Mucho sí fue señalado, pero no se escuchó. También se quiso escuchar lo que convenía. Se crearon y recrearon historias sobre abusos y corrupción del pasado y de los gobiernos locales a manera de exculpar las fallas propias. Allí está el monumento a la corrupción e incompetencia que es la malograda Estela de Luz conmemorativa del bicentenario; quedó claro y probado que hubo desviación grave de recursos pero nada sucedió. Ante el fracaso por venalidad de los cercanos al presidente, la papa caliente se le pasó al secretario Lujambio para acabar en una celebración lamentable, justo a la medida del grupo gobernante.

Quizás sea injusto recriminar al gobierno anterior que en seis años no pudo aprehender a El Chapo, cuando el actual lo ha hecho en poco más de un año. Quizás no tuvo suerte, pero hay otros casos de impunidad como los de Gastón Azcárraga, la profesora Elba Esther Gordillo y muchos otros que ahora están y estarán bajo proceso penal.

Es crucial interiorizar la legalidad. Es difícil porque implica que el cambio empiece por uno mismo. Ni cinismo ni hipocresía, simplemente actuar conforme al dictado de la ley. Entender y asumir, cosa nada fácil, que las leyes son nuestra mayor garantía y, por lo mismo, se debe cumplir rigurosamente con las obligaciones y deberes, así sean las cotidianas de vida cívica o las periódicas como las contribuciones o el ejercicio del voto. Vivir con apego riguroso a la legalidad en México no es fácil y en el servicio público requiere de valor y carácter. Logros importantes como la detención del narcotraficante más buscado no debe significar bajar la guardia.

Gobiernos vienen y van. México ha logrado superar su pasado no democrático. En cierto sentido ha sido hazaña, pero no hay mucho aprecio por ello porque persiste la inseguridad, la violencia y una apabullante desigualdad. En eso tienen razón quienes llaman a transitar a un país de leyes. Hoy, con la detención de El Chapo da lugar a una renovada exigencia por la legalidad.

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