Cajón con G

Lo único que le faltó a Chuayffet fue dar su propia cifra de desaparecidos.

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Cuando Emilio Chuayffet habla, la palabra canta. Frente a la chabacanería discursiva que permea el ambiente con insultos y gritos en la oscuridad, el secretario de Educación, en su lucha contra  los trols de las profundidades del charrismo sindical, resucita para bien el antiguo estilo de la retórica y la oratoria que le dieron consistencia a la verba florida tricolor.

Seguramente se imagina siendo como esos licenciados evangelizadores que con la fuerza de la palabra le aderezaban el oído a los escuchas que, atónitos ante el vigor de las parábolas y la consistencia fantástica de las metáforas se ganaban los aplausos.

Fue una delicia escuchar a tan grato encantador de serpientes revivir la tradición en pleno acto estatutario de la reforma educativa (cuya manera de ensalzarla me hizo evocar a Fox ante la Enciclomedia y Jelipillo en la inauguración de la Estafa de Luz) con frases que devuelven la fe en la humanidad y le escamotean el temple a los del SNTE: “…frente a los vientos de la transparencia y de la calidad que inspira la reforma, hay quienes izan, por intereses particulares, las banderas de la confusión.

Que les quede claro, ha sido el poder constituyente de la Unión el que ha dado el paso, no hay marcha atrás”. No manchen, una sacudida implacable a la Mayextra y sus efebos.

Cualquiera diría que todo proviene de inspiración juarista o del paso de Michelle Obama en los premios Oscar (muchos, no sin cierta histeria, afirman que aquello solo fue un reforzamiento ideológico de la mentalidad patriotera y guerrera yanqui —Argo, la película ganadora, cuenta una historia de terror en el Irán del Ayatoma Jomeini—, mientras otros temen que esto genere una moda que lleve a la primera dama a apoyar la reforma educativa desde los premios Tv y Novelas).

Yo tengo la extraña idea de que el multifacético priista encontró la fuente de sus rollos en Barbilla Roja, el héroe enmascarado de la serie infantil Los padrinos mágicos cuyas legendarias frases para enfrentar a los canallas sindicales son del tipo: “Hay esperanzas. Mientras quede una brasa en la barbacoa de la justicia, siempre podrás disfrutar del bistec de la victoria”.

Por supuesto, Chuayffet negó la privatización o el fin de la educación gratuita (lo de laica, republicana todavía no hay suficiente certeza jurídica), respondiendo a las acusaciones de ignorante por parte del sindicato. Lo único que le faltó a Chuayffet fue dar su propia cifra de desaparecidos.
Como quiera que sea, en estas cosas educativas no pido mucho, solo que los niños ya no escriban cajón con G.

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