Calderón ya se fue
Lo que son las cosas: el “pelele” ya no gobierna; el “espurio” dejó el cargo; el “ilegítimo” se fue a su casa…
Lo que son las cosas: el “pelele” ya no gobierna; el “espurio” dejó el cargo; el “ilegítimo” se fue a su casa…
Pero, las invectivas y los denuestos no paran. Y es cosa de llamar la atención porque, ahí donde los suramericanos tienen que apechugar cuando al de turno se le suben los humos a la cabeza y comienza a creerse tan indispensable y tan irremplazable como para cambiar las reglas de doña Constitución y reelegirse a su antojo, nosotros estamos vacunados contra parecidas gestas personalistas: aquí, en Estados Unidos (Mexicanos), no hay mal que dure más de un sexenio. Tan es así que el propio Obrador, sin que viniera al caso y sin que nadie sospechara que quisiera eternizarse en el poder, hizo la aclaración de que él no se iba a reelegir (me resulta muy misteriosa esta explicación no pedida pero, ya ven, el hombre sintió que la debía a sus ardorosos seguidores).
O sea, que deberíamos, creo yo, dar muestras de agradecimiento y apreciar que nuestras leyes impongan cada seis años el cambio del personaje, por más contentísimos que pudiéramos estar con su desempeño.
Algunas personas, sin embargo, no están nada satisfechas. Como millones de estadunimexicanos cometieron el error de no elegir al candidato de sus amores, hablan de “imposición” y dicen cosas muy tremendas sobre un individuo que, hasta ahora, ha exhibido una ejemplar mesura y al que no le hemos escuchado, en momento alguno, los acentos triunfalistas del que ya ha perdido el piso.
Es decir, que a Peña Nieto le tocan ahora todas las majaderías. Si tan solo quienes las profieren reconocieran que lo hacen en un clima de inapreciables libertades… Pero, tampoco. Ni modo, tal es la vida en democracia. Bendita sea.