Se denomina efecto invernadero al fenómeno por el cual determinados gases que están presentes en la atmósfera de nuestro planeta, naturales o provenientes de la actividad humana, retienen parte de la energía que el suelo emite por reflexión, después de haber sido previamente calentado por efectos de la radiación solar.

Este es un fenómeno que afecta a todos los cuerpos planetarios que cuenten con atmósfera, la cual tiene, de acuerdo con su composición, mayor o menor capacidad de retención.

De acuerdo con el actual consenso científico, el efecto invernadero se está viendo acentuado en la Tierra por la emisión de ciertos gases, como el dióxido de carbono y el metano, resultantes de la intensificación de la actividad económica humana; en el caso de Mérida, principalmente por su enorme parque vehicular y la deforestación.

Este efecto invernadero es uno de los factores que aceleran el cambio climático al que nos enfrentamos, que es un cambio en el clima, global y local, atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera de nuestro planeta y que se suma a la variabilidad natural del clima observada a lo largo de la vida de la Tierra. 

Por efectos adversos del cambio climático debemos entender los cambios en el medio ambiente físico o en la biota, resultantes del cambio climático, que sin duda tienen efectos nocivos en la composición, la capacidad de recuperación o la productividad de los ecosistemas naturales, o en el funcionamiento de los sistemas socioeconómicos, especialmente agropecuarios, así como en la salud y el bienestar de toda la población. ¿Será que de esto sí podamos tomar conciencia y cambiar nuestros usos y costumbres? 

El clima de nuestro planeta cambia paulatina y permanentemente de una manera natural; estos cambios climáticos han permitido, a través de un largo proceso evolutivo, alcanzar la actual condición de habitabilidad que ofrece  nuestro planeta, desafortunadamente, sin embargo, deteriorada hoy día en algunas regiones de los cinco continentes, diferente a la que se tenía antes y después de la última glaciación, proceso que permitió el paso del hombre al Continente Americano, primer poblamiento de América, del que descienden los forjadores de nuestra cultura maya.