Caminar, caminar

Cuando procuramos la firmeza en nuestros ideales, el caminar por la vida no puede ahogarnos ni ofuscarnos.

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Un hombre debe buscar lo que es y no lo que cree que debería ser.- Albert Einsten  (1879-1955)

Se puede aprender a vivir todos los días la gran aventura de la vida; lo nuevo, lo inesperado, las alternativas, la sorpresa de los acontecimientos, sin perder las convicciones, los valores y las buenas y rectas intenciones. No se puede vivir como si fuéramos  una maderita que lleva y trae a su antojo el oleaje del mar, sin rumbo ni dirección.

Cuando procuramos la firmeza en nuestros ideales, el caminar por la vida no puede ahogarnos ni ofuscarnos. Nos convierte en personas prudentes, directas, comprometidas y seguras de sí mismas. Sord@s ante los chismes porque nuestros objetivos, la coherencia de vida y la ecuanimidad nos respaldan. Gozaremos de la satisfacción de progresar un poquito cada día aprendiendo a priorizar las dificultades que se pueden atender a corto, mediano y largo plazo así como a identificar las que no dependen de uno. 

Cuando aparecen las críticas podemos discernir para tomar lo bueno que pueden aportarnos y lo que no, eliminarlo. Recordemos, la crítica siempre es señal de que estamos caminando y la alegría de estar vivos y de ser humanos nos inundará y vitalizará para crear ambientes serenos, de comprensión y de ayuda mutua. Somos capaces de oír los “gritos silenciosos” de auxilio, de callada desesperación de alguien que la disfraza con mal humor y peor carácter y descifrar:

“Necesito que me tomes en cuenta, necesito tu cariño para sentirme viv@”. Ser humano es tener la capacidad de saber escuchar, leer entre líneas y responder con el corazón y con la inteligencia. Ser humano también es promover la actitud de colaboración y diálogo para crecer mutuamente; es descubrir las necesidades de los otros, sus miserias (porque reconozco las mías) así como sus riquezas, su dolor, su soledad y sus alegrías. Una vida así, es verdaderamente humana, transmite calor, seguridad, transformación y respeto. Por eso, seamos más conscientes para ser, en una palabra, verdaderos seres humanos. 

Al hacer realidad las potencialidades que Dios nos regaló, encontraremos nuevos caminos alternativos para levantarnos con alegría y decisión de alguna experiencia poco fácil. Podemos infundir coraje y esperanza y vislumbrar nuevos horizontes para sentir en cada amanecer, en cada encuentro, la alegría de vivir, tal vez, un día más, un año más, quién sabe… ¡el tiempo que Dios nos regale!   

¡Ánimo! hay que aprender a vivir.

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