Capitanías de puerto, a la Armada

La Armada deberá establecer y organizar un cuerpo de vigilancia, seguridad y auxilio para la navegación en aguas interiores...

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Como se tenía previsto, la seguridad en las Capitanías de Puerto estará bajo la responsabilidad de la Armada, pues la iniciativa del presidente  avanzó el miércoles en comisiones del Senado, no sin ciertas reservas de algunos legisladores que ven la llegada de la naval a esos cargos como un violación al artículo 129 constitucional que establece que “en tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar”, aunque habría que remitirlos al 29 de la Carta Magna.

Lo paradójico es que aluden a ese artículo cuando no han podido emitir un marco legal a las fuerzas armadas para su actuación en tareas de seguridad pública, lo que habla de un doble discurso.

Lo que sí advertimos es el probable quebranto del principio de que el mando es indivisible, ya que la seguridad de los puertos será responsabilidad de la Marina de guerra, mientras que las actividades relacionadas con el comercio marítimo recaerá en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes; es decir, de los marinos mercantes quienes, por cierto, cabildearon de muchas formas para evitar que prosperara la iniciativa, ante el temor de perder el poder en esos recintos.

Lo cierto es que se regresa el mando de las capitanías a la Armada, ya que hace cuatro décadas la Secretaría de Marina, a través de la extinta Dirección General de Operación Portuaria, las tuvo a su cargo hasta 1977 en que pasaron a la SCT vía la Marina Mercante. Hoy es necesario tener mayor seguridad y orden en los puertos, de eso ni duda cabe, pues algunos han sido cooptados por la delincuencia organizada.

En síntesis, la Armada deberá establecer y organizar un cuerpo de vigilancia, seguridad y auxilio para la navegación en aguas interiores, autorizar los despachos y arribos de embarcaciones, inspeccionar y certificar a las que ondeen banderas nacional o extranjeras, imponer sanciones por infracciones y, lo más difícil de digerir por los marinos mercantes: nombrar y remover a los capitanes de puerto. ¿Se agitarán las aguas?

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