La Carencia Espiritual

A pesar de que queremos experimentar la paz, la mayor parte de nosotros aún busca algo más que nunca encontramos.

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Actualmente existe una búsqueda en lograr una mejor forma de ir por la vida, lo cual está despertando una nueva conciencia. Es como un torrente espiritual que está a punto de limpiar la tierra. Esta transformación nos está motivando a mirar hacia dentro de nosotros mismos, a explorar nuestro espacio interior. Entonces nos damos cuenta que la armonía siempre ha existido ahí.

A pesar de que queremos experimentar la paz, la mayor parte de nosotros aún busca algo más que nunca encontramos.

Seguimos tratando de controlar y predecir el futuro y, por lo tanto, nos sentimos aislados, desunidos, separados, solos, fragmentados, no amados y no dignos de ser amados. Nos parece que nunca tenemos suficiente de aquello que creemos desear y nuestras satisfacciones son altamente transitorias.

Aun con las personas cercanas a nosotros, mantenemos relaciones de amor-odio. Son relaciones en las cuales sentimos la necesidad de recibir algo de la otra persona. Cuando la necesidad es satisfecha la amamos y cuando la necesidad no se satisface, la odiamos. Muchos de nosotros hemos descubierto que, aun después de obtener todas las cosas que creíamos desear en términos de trabajo, familia o dinero, aún existe un vacío interior. La madre Teresa de Calcuta de la India llama a este fenómeno “La Carencia Espiritual”.

En todo el mundo se acepta cada vez más, la necesidad de sentir una satisfacción interior, en lugar de depender de símbolos de éxito externos. Cuando sentimos el deseo de lograr algo de otra persona o del mundo y fracasamos, el resultado es el estrés, el cual se expresa por medio de sentimientos de frustración, depresión, dolor, enfermedad o muerte. La mayor parte de nosotros realmente queremos deshacernos del dolor, de la enfermedad y de las frustraciones, pero mantenemos nuestras antiguas creencias. Quizás al aferrarnos firmemente a éstas, es lo que provoca que caminemos en círculos.

El mundo que vemos, el cual nos parece demente, es el resultado de nuestros viejos sistemas de creencias que no funcionan.

Para poder percibir el mundo de una manera diferente, debemos estar dispuestos a cambiar dichas creencias, a dejar que el pasado quede atrás, en acrecentar nuestra percepción del ahora, y eliminar los miedos de nuestra mente. Esta nueva percepción nos hace darnos cuenta que nos somos seres aislados, sino que siempre hemos estado unidos.

Nuestra única meta debe de ser lograr la paz interior y nuestra única función será practicar el perdón. Para lograrlo debemos de escuchar la voz de Dios que anida en nuestro interior. De esta manera, podremos aprender a sanar nuestras relaciones, experimentar paz interior y liberarnos de nuestros miedos.

Buena es la estrofa de José Díaz Bolio que dice: “¿Qué sombra es aquella que vaga en mi estancia, clavando en mi pecho profundo terror? ¿De qué impenetrable lugar ha surgido, que por la cerrada puerta penetro? ¿Qué sombra es aquella que acecha mi crimen?...Aquella es la sombra, ¡la sombra de Dios!”.

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