Carstens es el hombre más presionado de México
Es posible, como dijo el gobernador Carstens en Ciudad Juárez, que un país con una economía fuerte tenga una moneda fuerte.
No me quiero imaginar la presión que deben tener en este momento la Junta de Gobierno del Banco de México y Agustín Carstens por la complejísima conflagración cambiaria que está viviendo el mundo, con el síntoma más inmediato reflejado en la apreciación constante del peso frente al dólar durante las últimas semanas.
Cualquiera que vea una gráfica de la paridad cambiaria de enero a la fecha puede identificar un patrón claro de esta apreciación. El viernes el dólar terminó en 12.23 pesos.
Es posible, como dijo el gobernador Carstens en Ciudad Juárez, que un país con una economía fuerte tenga una moneda fuerte. Incluso es deseable. No obstante, quizá ha llegado la hora de preguntarse si la velocidad que estamos atestiguando en la apreciación de nuestra moneda representa un riesgo que tuviese que atender el instituto central con algún mecanismo de devaluación competitiva. ¿Para qué? Para devolverle al sector exportador una palanca a fin de que siga siendo el motor de la economía.
Pero una devaluación competitiva es prácticamente imposible en este momento. En primer lugar, la paridad cambiaria es flexible, la determina el mercado, y Banxico ha mantenido una conducción inquebrantable sobre ese principio. En segundo lugar, el país está creciendo sin la necesidad de un estímulo monetario directo, por lo que la compra de activos como ocurre en países desarrollados ni siquiera está en la mesa de discusión —incluso el secretario de Hacienda Luis Videgaray la ha descartado por completo—.
La proximidad de las reformas energética y fiscal y el optimismo relativo que vive el país dentro del grupo de naciones emergentes, hace que toneladas de dólares estén siendo vendidos para comprar pesos. Diario. Esto ha llevado a la moneda mexicana a apreciarse más de 5 por ciento desde diciembre. Ese 5 por ciento se traslada directo a los exportadores mexicanos, encareciendo sus productos (en un momento en que Estados Unidos recupera su sector manufacturero).
¿Es esta una guerra de divisas y México es la víctima actual? Ojalá no sea el caso, pero eso le tocaría decirlo al Banco de México. Eso sí: yo no creo que la velocidad de apreciación del peso pueda ser ignorada perpetuamente.