Cambiar de casa, de lugar de vida, no siempre es fácil. Hay mucha nostalgia de por medio y pendientes que quedan para un después.

Pero cuando un sueño se materializa frente a mis ojos, me siento como Alicia ante el conejo y  sólo puedo seguir el camino que marca el deseo.

Es así que, ante la invitación de actuar mi obra en el D.F., hice maletas y estuve ensayando tres meses para estrenar hoy “Santificarás las fiestas”.

Esta obra se estrenó en Buenos Aires en el 2008. Seis años después, bajo la visión de Boris Schoemann, se estrena en México, con las actuaciones de Paloma Woolrich, Alfonso Cárcamo, Mariana Hartasánchez y la que escribe.

Para mí, el estreno de esta obra es una celebración vital, pues no estoy sólo como autora, sino también como actriz, en un proceso que fue aleccionador en mi trayectoria. 

Admiro el trabajo de Boris, es un hombre rudo y amoroso que nunca limita sus palabras ni censura su mirada. Es también un promotor amoroso que ha alimentado importantes intercambios internacionales entre México y otros creadores del mundo.

Su puesta de “Santificarás las fiestas” está permeada por su mirada, de una comedia romántica se convirtió en un suceso ácido que carcome la vida de los convidados a una cena de fin de año.

Cuestiona el valor de las celebraciones vacías pero “importantes” porque  los platos  están llenos. Consumimos  montones de alimentos pero nuestra alma siempre está hambrienta de palabras amorosas y algún abrazo negado.

Estrenamos hoy 11 de septiembre en la Sala Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque y terminamos el 19 de octubre, estaremos de jueves a domingo. Una producción INBA-FONCA-LOS ENDEBLES. 

Es un gusto enorme compartir temporada en el D.F. con otra compañía yucateca: “Murmurante Teatro”, que se presenta en el teatro el Galeón con su obra “Sidra Pino, vestigios de una serie”.

Los logros de los teatristas yucatecos rebasan las albarradas locales, burlan las geografías y hacen presencia en los escenarios nacionales. Eso es algo digno de celebrarse.

Yo celebro con esta puesta mi propia fiesta; la que construyo en el teatro, celebro la vida y sobre todo la certeza de estar a la altura de mis sueños, que cada vez son más grandes e indetenibles, deseo de seguir creciendo a través  del teatro y quizá, si mi ego no excede su propio deseo, ser reflejo para los que inician camino y dejan sus sueños para un después sin saber que a los sueños hay que perseguirlos hoy, abrazarse a ellos y no dejarlos escapar, pues se marchitan de tanto esperar.