Una buena parte de los arqueólogos dice que los mayas construyeron sus ciudades en los sitios donde existía agua. La antigua T’Hó fue uno de esos casos. Por esta razón es frecuente encontrar en Mérida cenotes bajo edificios o en los patios de las casas. 

Esta circunstancia es la base material, sin ser la causa real, de un conjunto de relatos con mucho arraigo en la sociedad meridana actual. Por ejemplo, se ha especulado desde hace mucho tiempo acerca de la existencia de un cenote bajo la Catedral. 

Al respecto, el cronista Juan Francisco Peón Ancona dijo en una conferencia que hace algún tiempo vino a Mérida un cura de la capital del país, quien tenía ciertos poderes sensoriales para detectar este tipo de formaciones (los cenotes). Cuando visitó la Catedral meridana señaló que, en la zona del altar mayor, hay un profundo vacío subterráneo. 

Al mismo sacerdote se le llevó a otros lugares donde se tenía la certeza de que existían cenotes pero que además estaban clausurados. En todos los casos los detectó. Peón Ancona califica el relato de creíble, sin avalar la veracidad del poder del citado cura. El hecho es que este mito se repite en decenas de ciudades yucatecas y muchos casos podrían ser verdaderos.