Chávez y la oportunidad perdida

"Más que ninguna otra cosa, Chávez representó una oportunidad perdida para Venezuela".

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En las horas que han seguido a la muerte de Hugo Chávez, la descripción más precisa ha sido la del intelectual venezolano Moisés Naím: más que ninguna otra cosa, Chávez representó una oportunidad perdida para Venezuela. Lo primero que hay que tener claro es que Chávez no surgió de la nada.

El origen de su gobierno provino del hartazgo justificado de la sociedad venezolana con un sistema político corrupto. Chávez prometió acabar con los viejos vicios rapaces e inaugurar una era de justicia económica y social. En lo primero tuvo cierto éxito.

La vocación de Chávez encontró sustento en la época de bonanza petrolera que lo acompañó durante casi todo su mandato. Por un tiempo, parecía que Chávez estaría a la altura de su mesiánica promesa. Pudo haberlo estado si hubiera aprendido a embridar su poder, que era absoluto, tanto como su acceso a las infinitas arcas venezolanas.

Pudo haber llevado a su país a ser punta de lanza en el escalafón de competitividad mundial, pudo haber invertido en PDVSA en lugar de usarla como una gallina de los huevos de oro (negro). Y, claro, pudo haber respetado plenamente las reglas de la democracia, resistiendo la tentación tan latinoamericana de perpetuarse en el poder. Todo esto pudo haber hecho... pero no lo hizo.


En cambio, usó la riqueza de su país para ejercer el más agresivo y militante populismo que la región haya visto. Compró voluntades y favores y acosó a sus opositores, arrinconándolos y quitándoles espacios, públicos y privados, agrediéndolos desde los medios de comunicación que le eran afines y desde el propio púlpito masivo que se mandó erigir.

Aún ahora, el debate público en Venezuela es de una violencia aterradora. Nosotros nos quejamos de nuestros medios, comprensiblemente. Pero invito al lector a buscar en You Tube algo llamado “La hojilla”. Véalo usted y no olvide que estamos hablando de un programa diario de opinión en el canal más importante de la televisión pública venezolana. ¡Es una locura! Ahora, me temo, el legado real de Chávez quedará poco a poco expuesto como lo que en realidad fue: la historia de un hombre que quiso virar el rumbo de su patria hacia el lado correcto del arco de la justicia y terminó, como tantos y tantos otros, enamorado de la imagen —vestida de rojo, imperial, hinchada de vanidad— que lo miraba desde el espejo. M

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