Chichén Itzá (2)

Ofrecen artesanía de madera, espejos y máscaras de pasta elaboradas en China, un país del lejano oriente...

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

¿Figuritas en los muros? –clamó enfurecido Kinajau. –¡No me cabe que no tengan para  una cubeta de pintura!

Machicuil no se arredró. Apropiadamente seleccionadas, conservaba en su sabucán las posibles respuestas: –Admirable presencia, una fuente fidedigna me confió que presupuesto sí hay. Pero lo utilizan para  organizar elecciones.

−¿Erecciones? –bramó disgustado el rey−. Para tener erecciones no se requiere dinero. Con una chamaca con el hipil alzado basta –reclamó.

Machicuil ahogó una risa. –Además debo decirle que existe una fuerte controversia con los vendedores ambulantes ubicados dentro del sacro recinto. Ofrecen artesanía de madera, espejos y máscaras de pasta elaboradas en China, un país del lejano oriente.

El monarca hizo un esfuerzo para no gritar, apretando los maxilares.

–¿Cómo toleran tal agravio,  y no reubican a esos comerciantes en las afueras del sagrado espacio dedicado a los dioses? No entiendo cómo no los corren a chicotazos –afirmó, levantando el descarnado dedo índice.

−Me contaron de un antecedente sucedido en Palestina hace unos dos mil años. Un reformista expulsó del templo a los oportunistas que se habían apropiado del templo de sacrificios. Los corrió a cintarazos, como usted bien menciona. Pero el asunto no prosperó y mejor no le cuento cómo terminó la  historia. Tal antecedente ha persistido a través de los tiempos. Las autoridades están atadas de manos y simplemente viven resignadas sin atreverse a poner fin al desacato –puntualizó el noble sirviente, agitando el penacho que cubría su cabeza–. En cambio, han decidido aumentar las cuotas de acceso a la zona, incluyendo a los guías de turistas no afiliados al sindicato de cuenta historias. Tal vez así consigan recursos frescos que permitan  destinar fondos para recuperar el esplendor de la pirámide –concluyó el sacerdote, tratando de serenar a la omnipotente esencia prisionera.

−¡Explicaciones! No son más que puras excusas para justificar la incompetencia. Pero con lo que me has dicho basta. Siento la médula espinal inflamada –aceptó el monarca, retomando resignado su postura original. 

Machicuil emitió un suspiro prolongado. Dio un repaso a la larga lista de asignaturas pendientes. Despacio, con veneración, se alejó de espaldas, para después retomar su camino.

¡Vaya biem!

Lo más leído

skeleton





skeleton