Cinco años sin Gilberto Rincón

Tras haber estudiado con los jesuitas y definir su vocación por la justicia más allá de cualquier retórica, Rincón vivió en las izquierdas desde la simpatía por la guerrilla hasta su ingreso al Partido Comunista.

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Hay personajes añorados por su calidez humana y por la bonhomía irradiada en todo momento, hacia todos sin excepción. No sólo recordados por sus familiares y sus deudos más cercanos sino por muchos otros que nos sentimos herederos de un magisterio teórico y vital. Gilberto Rincón Gallardo fue uno de ellos.

Pero los hay que no sólo son recordados sino necesitados en momentos de transición, como los que va atravesando nuestro país, cuando las retóricas demagógicas confunden la cáscara con la nuez, los disfraces con lo auténtico, la gritería con la democracia, la justa demanda con la defensa de los privilegios. Muy especialmente uno de esos personajes a los que no sólo se añora sino a cuyo legado debe acudirse el día de hoy es también Gilberto Rincón Gallardo.

La claridad de su pensamiento no fue casual. Fue resultado de una serie de experiencias vitales riquísimas que él supo asimilar cuando muchos otros hubiesen sido rebasados o marginados. 

Nació literalmente entre sábanas de seda, conoció, sufrió y, gracias a su valor e inteligencia, superó las desventajas físicas. Sin rencor alguno no hizo de ellas una bandera personal sino un motivo para la comprensión y la solidaridad cálidas y amplias. Tras haber estudiado con los jesuitas y definir su vocación por la justicia más allá de cualquier retórica, vivió en las izquierdas desde la simpatía por la guerrilla hasta su ingreso al Partido Comunista.

Ese Partido Comunista al que ingresó ya venía buscando una lucha política fuera de la clandestinidad que dejara atrás la lucha armada cuyos costes mayores los pagaba el pueblo más desfavorecido, por más que los cuadros arriesgaran incluso la vida. 

Y esa superación tanto del conflicto armado como de la mera agitación irresponsable hizo del PC un nuevo tipo de partido capaz de arrebatar el registro a un gobierno que se quería monolítico.
Tal generación de comunistas entendió la democracia como elemento indispensable del socialismo, al contrario de un “socialismo real” del que hoy parecen nostálgicos quienes no lo conocieron.

A cinco años de su muerte, la congruencia de Rincón y su voluntad democrática hacen falta como nunca en el debate de las izquierdas.

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