Las coincidencias de Trump, Peña Nieto y Salinas

Peña Nieto y Salinas son gobernantes reformadores, ambos hicieron grandes cambios en las leyes y la forma de administrar el Estado.

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El crecimiento económico no se impone se construye

Por primera vez un político atacado en lo personal con pruebas contundentes sigue sobreviviendo en una elección de Estados Unidos; los incidentes de impuestos, desprecio por las mujeres y demás demostraciones de su personalidad no han sido suficientes para que Trump renuncie;  de hecho, sigue repuntando en las encuestas, muy cerca de Hillary Clinton que le lleva la delantera por pocos puntos.

No son el liderazgo y los valores personales los que motivan a los seguidores de Trump; son factores económicos los que los mantienen. Imagínense el enojo de millones de americanos a los que sólo les queda ver en él a una persona que va a recuperar empleos (más de 6 millones perdidos de 2000 a 2014) y disminuir impuestos (los hogares americanos no han aumentado sus ingresos en 15 años). La sociedad está dispuesta a vivir en un régimen autoritario si su calidad de vida y seguridad mejoran.

Vengamos a México: Peña Nieto y Salinas son gobernantes reformadores, ambos hicieron grandes cambios en las leyes y la forma de administrar el Estado;  han roto monopolios y cotos de poder muy difíciles como los sindicatos. Ambos son demócratas e institucionales. ¿Pero entonces qué pasó? El problema de ellos es ver el aparato público federal y el entorno mundial y nunca a los estados.

Salinas vendió bancos, Teléfonos de México y diversas empresas a megaempresarios de México y Monterrey. Nunca partieron esas empresas en regionales para que los empresarios locales fueran socios y generaran competencia. Pasaron de monopolio público a privado, especialmente en bancos y teléfonos. Peña Nieto cedió hospitales y cárceles para que los manejen privados, licitaciones petroleras a trasnacionales o a los mismos megaempresarios. La reforma hacendaria obliga hasta a loncherías de los pueblos a tener computadoras y se ha recaudado como nunca; en cambio, en materia de gastos han bajado últimamente por presión internacional.

Los beneficios económicos de la globalización no llegaron a las clases medias de México, Estados Unidos y Europa; llegaron sólo a China y a los megaempresarios. Cuando el presidente ponga en orden las finanzas de los estados y estructure un comercio internacional y de inversión extranjera segmentada de beneficios recíprocos que involucre a pymes, construirá una mejor economía incluyente, de lo contrario crearemos políticos como Trump. 

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