Inteligencia que supera al relumbrón

Dos hechos, aparentemente sin relación: en Brasil, el espíritu olímpico de los mexicanos, una proeza. En Yucatán, 'atletas médicos' se llevaron una medalla...

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Quisiera compartir dos sucesos con grandes similitudes. Por un lado, el desarrollo de estas Olimpiadas, donde quien menos tiene dinero se crece o achica ante el ostentoso relumbrón,  que de forma reprochable oculta recursos públicos.

Baste preguntar a los jóvenes deportistas en Brasil, que exhibieron a directivos de la Conade, quiénes gastaron el dinero del pueblo en remodelaciones de forma y no de fondo, engañando a quienes desde Olimpia han honrado y enorgullecido a sus representados. Lucraron, además, con venta de imágenes no autorizadas. ¡Qué oso!

Cuánta semejanza con el vecino relumbrón, que de auditorías sólo Dios sabe, pero de labia y maquillaje se pinta de maravilla.

¡Qué funcionarios, Señor Don Simón!, diría Joaquín Pardavé.

Por otro lado, atraigo destacado momento. Anteanoche, un grupo de servidores públicos, comprometidos con la salud y sin tener ningún alto jerarca, se dieron a la tarea de poner en marcha estrategia que permita optimizar y redefinir espacios físicos y equipamiento, que, con tesón y gran orgullo, permiten sacar adelante el 80 % de los problemas de salud de la península.

Con ropa informal y ejemplar profesionalismo, iniciaron la tarea titánica. El objetivo, muy simple: atender con mayor fluidez y eficiencia al doliente con insuficiencia renal, cuando asista a hemodiálisis. Fue así que moviendo muebles, depurando cajas, consiguiendo insumos, sin importar la hora, ni los 28 grados de temperatura, a puerta cerrada cumplieron su cometido.

Más de uno dirá que es su trabajo, pero, para sorpresa de todos, los involucrados eran funcionarios que esa noche colocaron su primer granito de arena, más allá de sus cotidianas actividades directivas. Qué les parece, predicando con ejemplo. 

Insisto: no se trata de presumir algo trivial, sino de exaltar que estamos en una nueva época, donde la realidad es que la distribución del dinero  es groseramente inequitativa: pocos tienen mucho y los ciega la envidia y el egoísmo, y la mayoría tiene poco, pero son los que verdaderamente mueven este país, este Yucatán  y estos apéndices institucionales.  Con acciones, por pequeñas que sean, demuestran que lo importante es “hacer” y no “hacerse al mismo”. 

La transformación viene de adentro, es una actitud, debe ser el nuevo estilo de vida. Más allá de la encomienda, habrá que dar el extra; las lamentaciones, quejas, búsqueda de culpables y otras miserias déjenlas para los ostentosos vecinos a quienes aniquila su apatía. Somos la mayoría, distintos y sobrados de honestidad y probidad. ¡Pronto sabrán!

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