Hace diez años, en el hospital, me regalaron una bolsa de tela con el emblema de la biblioteca pública de la ciudad y dentro de ella un libro: Read me a book, de Barbara Reid. 

En cada una de sus páginas de cartón se alojaban las más sorprendentes ilustraciones hechas con plastilina, escenas cotidianas repletas de minúsculos detalles: ya fuera abordo de un autobús, en la cocina a plena hora del desayuno, chapoteando entre charcos bajo una fina lluvia, o amodorrados en un sofá, siempre se veía algún adulto compartiendo lecturas con un bebé o un niño pequeño. Aun ahora, de cuando en cuando leemos sus libros, o mejor dicho, los contemplamos enamorados de su minuciosidad.

Más tarde supe que el obsequio era parte de un programa llamado “Read to Your Baby”, cuyo objetivo era/es crear y promover un vínculo temprano con la literatura al involucrar a la familia en la adquisición del hábito de lectura.

En su página web (http://www.barbarareid.ca/home.html) Reid rememora que, tras haber ganado un concurso de escritura creativa en sexto grado de primaria, resolvió que cuando fuera mayor sería escritora, pero al terminar el bachillerato tuvo claro que aunque disfrutaba escribir, le gustaba mucho más leer, y por sobre todo, dibujar. Por ello, decidió inscribirse al Colegio de Arte y Diseño de Ontario, donde se especializó en ilustración. Su obra ha sido publicada en Norteamérica, Europa y Asia, obteniendo por ella diversos reconocimientos internacionales.

Las imágenes en sus libros juegan con las palabras de las historias contadas, las complementan, las transforman, las detienen, las prolongan. Después de leerle una y otra vez, no sé bien si esos fuertes de nieve hechos en el patio de la escuela, esos caminos boscosos, esas palabras amables las he recorrido en las páginas de sus libros o en las calles de su ciudad. 
Visitando sus letras, su arte, tú también podrás vivir cada detalle de sus relatos.