Comisionado también para Oaxaca

Los niños que fueron educados con maestros de la 59 padecen la canallada de que las autoridades estatales no les extiendan constancias ni certificados que avalen su formación.

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Cada nueva conversación con el profesor Joaquín Echeverría, dirigente de la sección 59 del SNTE (que aglutina poco menos de tres mil profesores que desde 2006 no han dejado de cumplir con su tarea de impartir clases), afianza más la certidumbre de que la mayoritaria sección 22 de la disidente coordinadora (72 mil y pico de agremiados), en 30 años de impunidad, ha hecho pedazos la enseñanza pública en Oaxaca.

Las afortunadas niñas y suertudos niños que han podido estudiar en siete años (casi 35 mil) con maestros de la 59 padecen la canallada de que las autoridades estatales no les extiendan constancias ni certificados que avalen su formación; pero sí, en cambio, a millón 300 mil desafortunados rehenes del activismo de la 22, a quienes sus mentores abandonan en promedio dos de cada cinco días y los mantienen en el peor índice de aprovechamiento nacional.

Si la narcoviolencia que pudrió Michoacán impuso uno, el desastre educativo en Oaxaca reclama un comisionado federal que saque adelante la reforma educativa y, Chuayffet dixit, la 22 “no se salga con la suya”.

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