Cómo escondieron a Dilma en el estadio

La preocupación de la boricuoamericana nunca se dio a conocer; la de la presidenta de Brasil, tampoco.

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No se trata de subirse a la carreta, sino de jalarla.Florestán
 
Río de Janeiro. En vísperas de la inauguración de este Mundial de futbol, ayer en la Arena Corinthians, de Sao Paulo, estaba en duda la asistencia de dos mujeres, una más conocida que la otra, pero la otra más importante: Jennifer López y la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en plena campaña de reelección.

La preocupación de la boricuoamericana nunca se dio a conocer; la de la presidenta de Brasil, tampoco. Solo se supo que habían cancelado.

López haría coro con la brasileña Claudia Leitte y el rapero cubanoamericano Pitbull, en la canción representativa de este Mundial, y Rousseff tenía que inaugurar, acompañada del aquí impresentable, Joseph Blatter que, como ella, busca la reelección, pero de la presidencia de la FIFA.

Ninguno quería que se repitiera el abucheo que recibieron en la inauguración de la Copa Confederaciones, en Brasilia, hace un año, cuando miles de personas les expresaron su rechazo.

En el caso de ella, por el despilfarro y corrupción en las obras deportivas; en el de él, por su lamentables críticas contra el pueblo, que no el gobierno, brasileño.

Los asesores de Dilma plantearon que era peor el costo electoral de una rechifla en el estadio transmitida al mundo que una ausencia.

Finalmente, la presidenta de Brasil asistió ayer al inicio del Mundial en el que, por primera vez, no hubo declaración inaugural, ni siquiera un anuncio de que estaba allí. La televisión brasileña, que manda la señal internacional, la captó fugazmente en el fondo de un palco, al celebrar el segundo gol, y eso fue todo.

Dilma fue, pero nadie se enteró en el estadio, no hubo discursos y no hubo rechifla y, por esta jornada, cada quien se quedó con su golpe.

Pero ya se los cobrarán.

Retales

1. Regreso. Como había adelantado, Ernesto Cordero regresó a su escaño en el Senado, sin que signifique que haya un entendimiento con Gustavo Madero, al contrario, las diferencias se han ahondado tras las elecciones y sus decisiones como presidente del PAN;

2. Ocupación. Desde tiempos inmemoriales, una empresa privada logró del GDF la concesión de sesenta mil metros cuadrados del Bosque de Chapultepec para usarlos como estacionamiento del Auditorio Nacional. López Obrador trató de recuperarlos, pero perdió ante un juez a la medida y el usufructuario se quedó, y sin pago alguno, de esas seis hectáreas que explotó por años ahora parece haber recuperado Miguel Mancera. A ver; y

3. Demanda. El consorcio constructor de la Línea 12 del Metro, integrado por ICA, Carso y Alstom, demandó al GDF el pago de casi dos mil millones de pesos que dicen pendientes de la obra, a lo que éste se ha opuesto. ¿Se recrudecerá la guerra del bloque contra Mancera? Sería interesante saber cómo colocaron esta cantidad en sus estados financieros, ¿cómo un haber?

Nos vemos el martes, pero en privado

[email protected]

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