¡Cómo hace falta don Adolfo!
El gobierno dispone de casi cinco billones de pesos de presupuesto, que es un mundo de dinero, de modo que hay más que suficiente...
Hay una realidad que los economistas del gobierno y los analistas no han tomado en consideración y que, según yo, que de especialista no tengo nada, vale la pena destacar en medio de este maremágnum de catastrofistas anuncios y advertencias que se han generado: México no es un país pobre (aunque sí es un país con muchos pobres). El gobierno dispone de casi cinco billones (cada billón es un millón de millones y ni trate de hacerse una idea de lo que eso significa porque le va a dar dolor de cabeza) de pesos de presupuesto, que es un mundo de dinero, de modo que hay más que suficiente.
México es, además, una potencia exportadora de bienes de consumo de alta industrialización (autos, turbinas de aviones, computadoras, televisores de última generación, por sólo citar algunos) y de alimentos (carne, verduras, frutas). Tiene una infraestructura educativa que en muchos rubros compite con ventaja en el primer mundo. Sus servicios médicos son de excelencia y generan fuertes ingresos en lo que se llama turismo de salud. Es una de las naciones más visitadas por su extenso y variado menú de atractivos turísticos (playas, zonas arqueológicas, naturaleza). Es, por tanto, un país con mucha riqueza.
Pero México tiene dos grandes problemas: dos castas de plutócratas que se reparten el botín inmisericordemente y que se gastan los billonarios recursos del presupuesto en lo que a ellos les conviene. Por un lado, los grandes consorcios empresariales, que son los mayores beneficiarios del sistema venal y manga ancha que les permite apropiarse de la riqueza nacional; por el otro, sus cómplices en la política que, con los dineros del pueblo, se dan la gran vida. Pruebas: en donde usted vire a ver, o ¿no es cierto que hasta el más modesto diputado, ya no digamos ministro del gabinete, tiene chofer, camionetota, cauda de servidores, prestaciones de escándalo (gasolina, servicios médicos, aguinaldos…)?
Nos dicen que estamos mejor que en Noruega, donde es más cara la gasolina. Pero en esa nación, uno puede ver a sus más encumbrados políticos comprando en el supermercado y sin una cola enorme de lacayos, se ganan buenos salarios, tienen comodidades que ya desearíamos la mayoría de los mexicanos y sus empresarios ejercen la justicia social.
El día que vea a un panista, morenista, priista o cualquier ista encumbrado en el poder tomando una combi, comprando en el mercado, viviendo con modestia y sin lujos, renacerá mi esperanza. Los panistas, por cierto, harían bien en no hacer tanta alharaca, porque su presidente Calderón subió las gasolinas casi 70% en su sexenio y el diesel en más de 100%.
Como dijo alguien hace poco: ¡cómo nos hace falta un Adolfo Ruiz Cortines en el gobierno!