Cómo ser un lector voraz

Siempre tenga un libro a la mano, incluso en el auto. Uno nunca sabe cuándo se topará con un embotellamiento o un accidente.

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Algunas personas me preguntan cómo le hago para leer un libro por semana, ya que quisieran aumentar su promedio de lectura anual. Creen que se trata de algún truco tomado de un curso de lectura rápida o que uno dispone del tiempo que ellos no tienen. Sin embargo, se equivocan. Ser un lector voraz no depende de la velocidad, sino de la constancia; tampoco depende del tiempo disponible, sino de aprovecharlo sistemáticamente, pues he notado que incluso se lee más cuando se tiene mucho trabajo, por la sencilla razón de que uno se ve obligado a organizarse para ello. Es decir, la lectura a todas luces es una cuestión de disciplina, sin que por ello se pierda en lo absoluto el placer que esta actividad proporciona. Si usted lee 50 páginas al día, pronto verá cómo un libro a la semana se convierte en 52 al año. Tampoco hay que olvidar que leemos por todos los mexicanos que no lo hacen.

Lea todo el tiempo que tenga libre, en el metro, autobús, combi o pesero. Lea cuando espere a su pareja en el parque, lea en los consultorios mientras lo atienden, lea en las oficinas burocráticas, incluso lea cuando beba solitariamente en los bares y cafés. No importa si son dos o cinco minutos, todo es tiempo ganado al celular. A propósito del celular, si es menester usarlo, utilice algún libro electrónico, ya que no cargar un libro no es excusa. Me ha ocurrido que me veo en la penosa necesidad de esperar sin tener un libro a la mano. No hay nada peor que perder el tiempo de esa manera. Para ello, está Google Books con libros descargables y gratuitos, y así muchas aplicaciones más.

Siempre tenga un libro a la mano, incluso en el auto. Uno nunca sabe cuándo se topará con un embotellamiento o un accidente. A veces uno tiene que aparcarse para esperar a alguien. Esos momentos de lectura automovilística son invaluables, ya que los asientos son muy cómodos para esta actividad. Haga de su guantera su propia biblioteca móvil, no obviando que hay que leer según la situación. Los grandes volúmenes déjelos para su lectura en el hogar, ya que no es cómodo andarlos cargando por la ciudad ni en el transporte público. Libros de menos de 400 páginas fácilmente pueden llevarse en el maletín, la mochila o el morral. Los de cuentos, aforismos o poesía en pequeño formato también son ideales para llevar en el bolsillo de la camisa, la chaqueta o la bolsa trasera del pantalón.

No sea pudoroso: lea en el baño. Cuenta García Márquez que así leyó el Quijote. Lea géneros de aliento breve, como cuentos y minificciones, pero, sobre todo, poesía. ¿Qué mejor solaz que el de leer lo más bello creado por el hombre mientras se hace lo más execrable? Además, de ser necesaria cierta discreción, usted siempre puede recitar en voz alta…

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