¿Cómo te fue en la fiesta?

Las razones que exponen los perdedores para justificar su derrota son tan falsas que sólo se explican a partir del principio de que en la política y en la guerra lo importante es engañar al adversario.

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No hay duda que las reacciones de las personas después de una jornada electoral está guiada por el viejo adagio: “Cada quien habla de la fiesta conforme le haya ido en ella”; así quienes hablan de “serias deficiencias” en el proceso electoral se refieren más a la errónea estrategia del partido con que simpatizan, y si dicen que hubo un “retroceso de la democracia”, lo más seguro es que sus candidatos hayan sufrido un severo revés.

Lo cierto es que las reglas y las circunstancias eran iguales para todos y los resultados están determinados por la manera como respondieron a ellas.

Sin embargo resulta comprensible la actitud de los contendientes que ante un resultado apretado, de menos de 3 puntos, exijan la revisión de los datos, como en Baja California, y que ante las evidencias acepten que no ganaron, lo que contrasta con la actitud irracional de quienes fueron derrotados por más de 2 a 1 y que pretendan refugiarse en la causal genérica para anular las elecciones, como en Quintana Roo, ante la pérdida de Isla Mujeres y Cancún por el PAN-PRD.

Las razones que exponen los perdedores para justificar su derrota  son tan falsas que sólo se explican a partir del principio de que en la política y en la guerra lo importante es engañar al adversario, porque igual hubo yucatecos, chiapanecos y tabasqueños como activistas del PAN-PRD y, sobre todo, los policías municipales sobrepasaban en una proporción de 9 a 1 a las estatales y federales, y fueron los municipales los que amedrentaban y detenían a los votantes.

Los municipales llegaron al extremo de detener a los jóvenes que estudian en Mérida y Valladolid y regresaron a cumplir su deber cívico. Las únicas demandas por arbitrariedades se pusieron contra los municipales del PAN-PRD, que por falta de elementos liberaron a los detenidos.      

Y lo digo como testigo, no de oídas, pues tuve la suerte de observar, durante los últimos 7 meses, la programación e implementación de la estrategia electoral del PRI en Quintana Roo, y debo confesar que me sorprendió gratamente la motivación, determinación y lealtad de las bases priistas para hacer su trabajo, con la estrategia básica de pedir personalmente el voto para sus candidatos.

El triunfo en las elecciones no se debió a otra cosa que al trabajo decidido de los quintanarroenses, que hicieron lo que tenían que hacer, acicateados por sacarse la espina que les habían dejado las elecciones anteriores. 
Respaldados con la buena aceptación social del trabajo del gobernador Roberto Borge. 

Y ganaron bien y limpiamente, sin cometer los errores del pasado, sin presionar a los votantes y sin “operación cochinita”;  lo que sí hicieron fue invitar a votar sólo a los priistas; por eso nuestro candidato en Cancún obtuvo el 30 % más, mientras que la del PRD sólo la tercera parte de los votos de la vez anterior.

Los que fueron los últimos 3 días a “sacar la elección” no saben lo que les pasó.

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