Con ProMéxico no se juega

Cada año, ProMéxico ejerce un presupuesto gigante para promover a nuestro país como destino de inversión.

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La intempestiva salida de Ernesto El Pato de Lucas de la dirección general de ProMéxico el sábado —con tan solo 131 días en el cargo y dando como explicación sus proyectos personales—, arroja la primera casualty del gabinete ampliado del presidente Enrique Peña Nieto, y es un episodio lo suficientemente temprano para recordarnos que en la tarea de gobierno debe incluirse gente leal, sí, pero sobre todo profesionales del ramo.

Si algo me quedó claro el día en que conocí a De Lucas es que él no estaba hecho para ProMéxico, ni ProMéxico para él. Su mundo era la política, no la empresa. Aun así lo nombraron en la cartera que más contacto debe tener con los agentes extranjeros de la globalidad. El Pato de Lucas estuvo en Davos en enero pasado y en semanas recientes acompañó al Presidente por Asia.

Algunas versiones sobre la salida de De Lucas apuntaban a motivos poco positivos como explicación. Nada comprobable. Eso sí, ningún secretario del gabinete de primera línea salió públicamente a decirle que por favor no se fuera —una muestra muy distinta de lo que hizo el presidente Peña con Rosario Robles en Chiapas—.

Cada año, ProMéxico ejerce un presupuesto gigante para promover a nuestro país como destino de inversión. El dinero se gasta en exposiciones, congresos, ferias comerciales. Tiene más de una treintena de oficinas en otros países, cuyos representantes —nombrados por el director general— tienen la encomienda de organizar reuniones de negocios para facilitar la intercomunicación de la comunidad de negocios mexicana con la internacional. Deben vender a México. Son como una especie de “embajadores económico-comerciales”.

ProMéxico es una organización que debe ser valorada con la máxima prioridad. Una organización similar —que deberíamos en algo imitar—, es UKTI, que representa con extraordinario profesionalismo y experiencia los intereses comerciales y económicos de Reino Unido en todo el mundo.

El próximo director general de ProMéxico deberá ser cautelosamente seleccionado. El presidente Peña debe involucrarse personalmente. ¿Algunas ideas de sangre joven pero muy sólida? Salomón Chertorivski, Carlos Fernández, Carlos Gómez, Felipe Duarte, Simón Levy… 

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