Conan Doyle revisitado

En su obra aborda con maestría diferentes temas de la literatura fantástica.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Un aspecto menos universalmente popular sobre Sir Arthur Conan Doyle, creador de los relatos policiacos de Sherlock Holmes, fue el hecho de que cultivara con menor éxito pero indudable talento otros géneros literarios tales como la ciencia ficción, el terror, la novela histórica e incluso tratados científicos sobre medicina, pues tenía formación médica.

En su obra aborda con maestría diferentes temas de la literatura fantástica. El Horror de las alturas (1913), sugiere la angustiosa posibilidad de la existencia de seres informes que moran en las capas altas de la atmósfera. En dicho cuento, las acciones se desarrollan aparentemente dentro del plano realista, ya que la narración versa sobre un temerario aviador que decide romper el récord de altitud más allá de los 30 mil pies. 

La construcción del relato es exquisita, ya que el misterio se nos anticipa de entrada, al advertir al lector que la historia se encuentra incompleta porque está basada en un relato del Fragmento Armstrong-Joyce, nombre del piloto, y en cuya bitácora se encuentran pormenorizados previos intentos de romper el récord, que terminaron en consecuencias funestas y no menos misteriosas. 

Todo lo cual hace pensar al experimentado aviador que en algunas zonas de las cumbres estratosféricas de la tierra se encuentra una jungla aérea desconocida y llena de peligros. Razones por las cuales, los mecánicos y compañeros de Armstrong-Joyce miran con extrañeza que en sus vuelos siempre cargue consigo un rifle de caza cargado y con municiones de sobra.

Una vez roto el récord de altitud, en su descenso a la tierra se encuentra con extrañas criaturas parecidas a las medusas marinas, animales flotantes de piel traslúcida y rosácea, con tentáculos y protuberancias llenas de gas, que se deslizan suave y apaciblemente por entre las nubes. No obstante, pronto se hace evidente que existen otras criaturas menos amables, y Armstrong-Joyce se ve obligado a usar su rifle… El desenlace es de antología y uno queda preguntándose si el autor es el mismo creador del bonachón Dr. Watson.

Es evidente la atracción de Conan Doyle por lo metafísico, ya que su interés por las pseudociencias en sus relatos fantásticos queda de manifiesto y se explica de alguna manera en una de las frases del cuento: “El charlatán es siempre el pionero. Del astrólogo surge el astrónomo, del alquimista el químico, del mesmeriano el psicólogo experimental. El embaucador de ayer es el profesor de mañana. Incluso unas cosas tan sutiles y resbaladizas como los sueños se verán sometidas en su día a sistema y orden. Cuando llegue el momento, las investigaciones de nuestros amigos de esa estantería ya no serán objeto de diversión para místicos, sino fundamentos de una ciencia”.

Lo más leído

skeleton





skeleton