Condenados al infortunio

Si bien los maestros de la CNTE son los que se muestran, otros, que cuidan intereses políticos, son los que no aplican la ley para que los niños puedan recibir la educación a que tienen derecho por la norma constitucional.

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No en vano Oaxaca y Guerrero son dos estados donde sus pueblos indígenas han sido la muestra viviente de la miseria y el abandono en un país que parece no reconocerlos como hijos propios. Pese a contar con una gran riqueza cultural, el destino los ha marcado injustamente con el infortunio. Allí el tiempo se ha detenido. Las aberrantes costumbres han sepultado todo intento de mostrar el verdadero rostro de una sociedad que, lejos de una estampa folklórica, reclama a gritos justicia y apoyos, tan siquiera para sobrevivir. Mirar al cielo e implorar misericordia parece la única alternativa ante el dilema de morir o mendigar la vida misma. Y todo gracias a sus maestros.

¿Dónde quedaron el espíritu inquebrantable del “Benemérito de las Américas”,  sus enseñanzas de justicia y paz, su fortaleza para imponerse a la adversidad, de aquel que luchó y arriesgó la vida propia por la libertad y el bienestar de su pueblo? Sin temor a equivocarme, en los libros de Historia, aquellos textos cuyas amarillentas páginas hoy los maestros se niegan a leer y transmitir su legado. Sí, leyó bien, estos maestros de la coordinadora nacional (CNTE) que faltando a sus principios han convertido la noble profesión de educar en una “cruzada” política donde el pueblo sufre los horrores y errores de sus acciones.

Tan lejos de los principios de concientización y participación social de sus maestros con formación socialista, hoy las escuelas normales son la incubadora de vándalos con título de profesores, aquellos que sitian ciudades, destruyen todo a su paso enarbolando la bandera de la intolerancia y el salvajismo. No todas las normales rurales son así, ni tampoco todos los maestros, pero sí en Oaxaca, Guerrero y Michoacán los hechos lo han confirmado.

Si bien los maestros de la CNTE son los que se muestran, otros, que cuidan intereses políticos, son los que no aplican la ley para que los niños de esos estados puedan recibir la educación a que tienen derecho por la norma constitucional. Han pasado ya muchos sexenios, muchos colores, muchas reformas y todo sigue igual. ¿Hasta cuándo seguiremos escuchando el mismo discurso y la misma cinta? En tanto la injusticia, la impunidad y la miseria llevan el rostro de esos pueblos, en un México tan contrastante.

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