Los cambios en el estilo de vida en cada época traen consecuencias, las cuales en ocasiones no se vislumbran hasta mucho tiempo después.

Recordemos cómo durante la Primera Guerra Mundial el consumo de tabaco se hizo un hábito en gran parte de la población en EU, y no fue hasta pasada la década de los sesenta cuando comenzaron las acciones contra el tabaquismo debido al considerable aumento en casos de cáncer pulmonar. 

Lo anterior viene a la conversación después de pensar un poco sobre cómo la tecnología ha cambiado nuestra forma de vivir. Quienes nacimos desde finales del siglo anterior estamos acostumbrados a construirnos todos los días por medio de cientos de fotografías e imágenes. Si la foto nació de la necesidad de capturar un momento preciso y de esta manera apoyar a la memoria, ¿no estaremos cayendo en un exceso de su uso? Sólo piensen en la narración de nuestros abuelos cuando observan una fotografía de muchos años atrás. Construyen el tiempo y a las personas tal y como si esa ilustración les susurrara al oído las palabras. 

Nosotros, quienes a diario visualizamos cientos de fotografías por ejemplo, en redes sociales, ¿podremos cargar en unos años con tantos y tan perfectos recuerdos como los de nuestros abuelos?, ¿seremos capaces de conservar en nuestra memoria tantos lugares, personas, sensaciones? No estoy seguro. 

Posiblemente el cáncer que nos toque sufrir al final de nuestros días se aloje en la memoria. Entonces los recuerdos serán tan difusos e irreales por el exceso de imágenes, que nos preguntaremos de qué sirvió vivir tantas cosas. Sentiremos que nuestra vida se consumió de la misma forma tan fácil en la que se consume un cigarro.