La consulta pública es una nueva arma propagandística y para la lucha de facciones y de poco sirve realmente a los ciudadanos (hay que tener 0.13% del padrón, es decir 1.313,780 firmas mínimo, con base en el de 2012, para lograr que un tema sea sometido a la decisión de la plebe, o sea de todos nosotros) porque pone requisitos casi imposibles de cumplir como no sea por medio de las estructuras partidistas. 

Por ello, en la que irá achocada en los comicios de 2015 –para terminar de confundirnos junto con 10 logos partidistas-, sólo se someterán a escrutinio público las que los partidos decidieron.

Y las tres son demagógicas y hechas pensando en la clientela. La más inútil, sin embargo, es la del PRD para “tumbar” la Reforma Energética (la del PAN es vil fusil). Aquí hoy quiero referirme a la del PRI respecto de la eliminación de 100 diputados plurinominales y 32 senadores “de partido”. 

A primera vista se puede pensar que es una respuesta a antigua demanda expresada por grupos de la sociedad porque “reduce la burocracia legislativa”, aparte de que cumple una promesa presidencial de campaña.

No obstante, tiene sus bemoles, ya que cierra puertas a minorías políticas que tienen en esas curules la única posibilidad de alcanzar representación en las cámaras, por un lado, y, por otro, impide que lleguen al Congreso federal legisladores de probada capacidad y con “carrera legislativa” -y en algunos casos hasta de inteligencia y preparación más allá de la medianía-, a los cuales colocan los partidos en las primeras posiciones de sus listas, y con sus aportaciones den algo de contenido a las discusiones y acuerdos.

Me encanta que me consulten, pero que pongan sobre la mesa temas que tocan de cerca a la cotidianidad de mi vida, si no, para qué.