Convertirse en lo que se es

Lupita, transfigurada en el vuelo de Paloma, nos presenta textos publicados en el periódico El mañana, de Nuevo Laredo.

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En el marco de la Feria Internacional de la Lectura, se presentó Apuntes desde mi casa, de Paloma Bello, evocación de las buenas nuevas del diluvio y resonancia de Lupita Bello Paredes, con el sello editorial de la Universidad de Yucatán y la Confederación de Profesionales de la Península.

Décadas de oficio periodístico y literario preceden estos textos de altos y generosos vuelos, como dijo Alfredo Jalife-Rahme en una presentación hecha desde el corazón de una larga amistad. Lupita, transfigurada en el vuelo de Paloma, nos presenta textos publicados en el periódico El mañana, de Nuevo Laredo, ciudad en la que se asentó hace muchos años y que comparte con Mérida sus recuerdos y añoranzas. 

En la selección está la mano de Roger Campos Munguía, quien en un Epílogo para leer antes de empezar el libro, lo propone como inicio para una nueva lectura y acercarse con otra mirada “a los recovecos por los que nos pasea la autora, guiñándonos el ojo por si nos atrevemos a desviar nuestra atención sobre lo que va mostrándonos en su fabular personal, único e íntimo”. El poeta es contundente: “Paloma Bello es una cronista implacable de lo cotidiano: ve hasta las rendijas que otros no verán nunca ni a un milímetro de distancia: y sabe contar y cantar ese milímetro agrandándolo para darlo a sus lectores".

Formada desde muy joven en las trincheras del periodismo, los foros del teatro y ríos de literatura, Paloma domina el arduo arte a medio camino entre la crónica y la poesía. Cuenta que en sus inicios, rodeada de gigantes en el Diario del Sureste, don Carlos Moreno la transportó de las lecturas juveniles que poblaban a los adolescentes de entonces, a los Motivos de Proteo de Rodó, que, junto con el Ariel, fue para muchos el molde al que tendría que aspirar la personalidad. 

Pensé de inmediato en las mujeres que saben latín de Rosario Castellanos, porque Paloma ha consumado la hazaña de “convertirse en lo que se es”, que exige no únicamente “el descubrimiento de los rasgos esenciales… sino sobre todo el rechazo de esa falsas imágenes que los falsos espejos ofrecen a la mujer.” Recuerda que, siendo niños, discutiendo sobre la forma correcta de una palabra con el precoz Alfredo Jalife -que tenía la respuesta-, le dijo: “Me da tristeza no ser tan inteligente”, a lo que él le respondió: “No importa, pero estás muy bonita”. 

La anécdota me remite a otra que es irresistible: apenas un año antes de su ingreso al Diario del Sureste, fue princesa del Carnaval de Mérida

Recuerdo con afecto y admiración los remotos días cuando Paloma se multiplicaba en sus tareas y se daba tiempo para acompañarnos en nuestros pininos en el taller Platero, alentados todos por Inocencio Burgos. Veo en su obra, en su personalidad, la visión que tuvo Rosario Castellanos del instante en que la mujer alcanzó a conciliarse con “sus estructuras más verdaderas, con su última sustancia. Y se insertó en el punto que le corresponde en el universo”.

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