Corea del Norte: la malcriadez de un niño poderoso

Desde su separación durante la guerra civil, las dos Coreas han estado en un estado de virtual enfrentamiento disfrazado de cese al fuego...

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Desde su separación durante la guerra civil, las dos Coreas han estado en un estado de virtual enfrentamiento disfrazado de cese al fuego. Luego de la muerte del segundo dictador, Kim Jong Il, su hijo: Kim Jong Un se ha dedicado a incrementar la carrera armamentista del empobrecido país. 

Todo siempre resulta en un juego de poder para lograr mantener a la dinastía Kim en la cúpula de la hermética nación. Ya los especialistas hablan de la existencia de una decena o más de bombas atómicas en manos de los histéricos militares comunistas del norte. 

La amenaza con hacer estallar uno de esos artefactos encima de la capital de Surcorea, Seúl, es lo que impide que la humanidad tome cartas en el asunto y elimine de una buena vez un régimen de corte fascista que fusila y ejecuta a opositores sin discriminar edades. En la más reciente purga del estrambótico gordito genocida hizo ejecutar a su tío y a toda su descendencia, niños incluidos.

 Luego al mismísimo ministro de defensa con una calibre 50 en el patio de una escuela ente la mirada atónita de los estudiantes. Se dice que la ejecución de su tío fue llevada a cabo con lanzallamas y después fue echado a los perros hambrientos, en fin, toda una fichita de dulzura. Semejante monstruo mantienen en vilo con su perorata agresiva a medio mundo, pues no se conoce con certeza en qué posición se encuentra dentro de la jerarquía norcoreana y bien puede ser que los propios cuadros más viejos de su régimen le odien y le teman por igual.

De ahí el inminente peligro de que el cruel joven pueda cometer una locura al verse acorralado ya sea por el mundo que lo rodea como por sus propios generales. Una guerra a toda escala en la península coreana va a incluir, sin lugar a dudas el uso de armamento químico o atómico, lo que desencadenará una debacle de dimensiones absurdas en el mundo entero.

Tener semejante espada de Damocles colgando sobre nuestras cabezas es inconcebible y a la larga nos hace rehenes a absolutamente todos los seres vivos de esta tierra de los caprichos y la bravuconería del muchacho. La crueldad que ha desarrollado el régimen norcoreano no tiene límites. Se conoce que posee miles de elementos listos para penetrar la frontera con Corea del Sur a simplemente masacrar a cuanta población civil puedan hasta que la muerte los detenga. 

Su entrenamiento consiste en ocultarse dentro de casas, entrar a zonas residenciales y diezmar a la población civil sin llamar la atención. Es muy lamentable que la misma humanidad que se sacó de encima la sanguijuela del nazismo no sea capaz de escindir semejante tumor de nuestra tierra. La estabilidad del orbe está en juego por un juguetito que han alentado irresponsablemente tanto chinos como rusos por igual. Lo bueno es que el perro rabioso que han alimentado también los morderá a ellos si se suelta.

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