Corruptos, pero…
El Presidente y su equipo pueden profundizar lo que todavía luce al alcance como: imponer el mejor sistema de fiscalización del gasto público del mundo; el ciclo económico más virtuoso de la historia de México, etc.
Seguramente será una Navidad triste en Los Pinos y las casas de varios funcionarios de primer nivel. No es para menos. La diosa Némesis, esa que sanciona la desmesura y se encarga de que los mortales no sean demasiado afortunados, se posó sobre la administración del presidente Peña Nieto como acostumbra hacerlo: cuando los cielos parecían azules a perpetuidad.
El otoño horribilis concluye como un tumor de millones de células malignas que dejaron de respetar las normas proscritas por los genes que indicaban éxito, éxito, éxito. ¿Tiene salvación el gobierno de Enrique Peña Nieto? La tiene, siempre que no dimitan en él la inteligencia y la voluntad.
Tengo la impresión de que vapuleado y todo, la voluntad está. ¿Qué sería entonces la inteligencia? Creo que el reconocimiento y aceptación de lo que difícilmente se logrará enderezar. Por ejemplo, la percepción de que se trata de un gobierno corrupto.
El Presidente y su equipo perderán el tiempo si se enfrascan en esa batalla. Pueden, en cambio, acelerar, profundizar lo que todavía luce al alcance.
Asumir internamente un esquema de: si fuimos corruptos, impusimos el mejor sistema de fiscalización del gasto público del mundo; si fuimos… echamos a andar el ciclo económico más virtuoso de la historia contemporánea de México; si fuimos… el ingreso per cápita llegó a casi del doble del que recibimos en 2012; si fuimos… menguamos a la criminalidad como nadie imaginaba en 2014 que se podría.
La salvación solo será posible en resultados palpables. En una pronta mejoría de la vida cotidiana de 120 millones de personas.
“La historia en breve se toma unos días de descanso. Nos vemos el 5 de enero. Felicidades y mil gracias”.