Hace tres semanas visité el Costco de Pentagon City, a la afueras de Washington, D.C. Desde el primer anaquel pude comparar las diferencias con la típica tienda de esta empresa en México: sofisticadas joyas y relojes de calidad superior a los que se encuentran aquí. Solo compré un paquete de botana de carne tipo beef jerky, de su marca Kirkland. Eso no se vende en México; tal como aquí se vende mango enchilado, pero allá no.

Costco es una firma de alta eficiencia. A pesar del magro crecimiento que tiene la economía estadunidense (donde opera 449 tiendas), la empresa está prácticamente cuadruplicando el ritmo del PIB. La semana pasada reportó un ritmo de crecimiento de seis por ciento. Es enorme.

En México esta empresa la encabeza Jaime González Solana. Aquí opera 33 tiendas, pero parece que ya detectó la enorme oportunidad que se le empieza a presentar. Prueba de ello es la alianza que anunció hace dos días con la firma Information Resources, que le permitirá, para el mercado mexicano, enviar información en tiempo real desde las cajas registradoras hasta las fábricas de los proveedores, a fin de disparar la producción de manera instantánea.

No más refrigeradores vacíos donde debían ir los jugos Florida’s Natural o pretextos de que se agotaron las toallitas húmedas de Clorox o de su propia marca. No. Ahora cuando un producto pase por la caja registradora, el proveedor lo sabrá instantáneamente, y podrá enviar el reemplazo a la tienda. La solución se llama “Costco CRX”, y así la explica la firma:

“Antes de abril de 2013, los proveedores solo podían tener acceso a sus propios datos, pero la nueva función les permite incluso medir su desempeño contra el resto de la categoría de productos, así como a todas las subcategorías y segmentos”.

¿De qué se trata esto, entonces? De una poderosa herramienta que pondrá al rojo vivo la competitividad de los proveedores de Costco en México. Esto implica competir milimétrica y obsesivamente por el anaquel que se va vaciando en cada Costco del país, en tiempo real. La única pregunta que queda es si las empresas mexicanas tendrán la capacidad de respuesta para, al recibir de forma líquida la información, actuar en consecuencia.