Crear desde la música
La música es un extraordinario medio para conmover al otro, para acercarlo a lugares donde la memoria repite su eco una y otra vez.
En estos vericuetos teatrales suelen aparecer panoramas que nos hacen ampliar nuestra visión, compartir y aprender. En tiempos anteriores manifesté un rechazo por el teatro musical; digamos que no eran mis espectáculos favoritos. Jamás tuve en mis planes escribir una obra musical, pero la cercanía con artistas que han dedicado su vida a ello y presenciar los grandes musicales que actualmente se producen en México me movieron el piso.
Dicen que todo llega a su tiempo, no sé si serán los tiempos o las circunstancias, pero vengo construyendo un proyecto con un director al que admiro y cuya personalidad amorosa generó en mí el interés de crear juntos, platicamos sobre nuestro interés de hacer una obra, pero no concretamos nada, hasta hace unos meses que me invitó a hablar y soltó una bomba: “Quiero que escribas un musical”. ¡Jamás he escrito un musical! Bueno, es tiempo de hacerlo. Bajo la producción de “Toca Teatro” hicimos audiciones en las que vimos a 127 cantantes; algunas voces extraordinarias estarán siempre en mi memoria. Creo que muchas veces somos los mismos artistas quienes ponemos muros -tan de moda en estos tiempos- o limitantes a nuestras capacidades de creación.
Es importante coincidir con gente que nos ayude a mirar en otra dirección y nos invite a reinventarnos lejos de todo prejuicio. Eso es lo que me ha permitido iniciar un proceso de creación junto a Diego del Río e Iker Madrid; la posibilidad de avanzar en caminos poco transitados para mi escritura y ponerme frente a un panorama que desconozco completamente, en definitiva yo también tengo que prepárame más para estar a la altura del proyecto.
He visto algunos musicales en Mérida, unos más afortunados que otros, actores que cantan, otros que creen que cantan y otros que de plano hacen que el espectador quiera salir corriendo del teatro. Pienso que hay que tomarse en serio la responsabilidad de cantar como si lo hiciéramos al oído del espectador, prepararse lo suficiente y conocer las limitantes que tenemos todos. La música es un extraordinario medio para conmover al otro, para acercarlo a lugares donde la memoria repite su eco una y otra vez. ¿Quién no tiene una canción que le hace llorar? ¿Quién no tiene una canción que sería una respuesta para el otro? La melodía de la vida siempre es extraordinaria, por eso hay que saber bailar con ella y no quedarle a deber ni una pieza.