Cuando el “smartphone” nos rebase

El poder de comunicación de las redes sociales e internet en su conjunto, está más allá de cuánto nos hayamos imaginado en décadas...

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El poder de comunicación de las redes sociales e internet en su conjunto, está más allá de cuánto nos hayamos imaginado en décadas, y por ello, los usuarios deberían tener hoy en día, mayor capacidad de raciocinio para procesar este caudal. 

Desafortunadamente, la sociedad mexicana no está capacitada para esta etapa de la comunicación globalizada y democratizada, en especial, el usuario promedio quintanarroense. En el siglo XVIII existió una filosofía de gobierno llamada “despotismo ilustrado”, que se explica con la siguiente premisa: “por el pueblo y para el pueblo, pero sin el pueblo”, alegando que los últimos que tienen idea sobre lo que quieren para sí mismos, son los ciudadanos, pues estos siempre están “ausentes” o sólo pugnan por nimiedades. 

Estas ideas despóticas fueron superadas hace mucho tiempo, pero dentro del proceso evolutivo de la sociedad digital no podemos afirmar lo mismo.  Basta un sencillo recorrido por la “supercarretera” de la información para toparse con muchas situaciones que están a un pelo de la risa y el asombro, y de lleno en la vergüenza ajena; todo, producto de la ignorancia, necedad y pereza de los “internautas” por ver más allá de lo que le dicen que es la verdad. Igualito que en el XVIII. 

Se ha comentado hasta el cansancio sobre la difusión de noticias falsas y difamaciones, y también de las medidas a tomar para no caer en la desinformación, pero es triste darse cuenta que el enfoque -que incluso en esta columna hemos dado- ha sido incorrecto. La verdad, no importaría que la mismísima Aristegui dijera “esta información es falsa”, mientras los lectores digitales persistan en su visión “cuadrada” del mundo y los medios de comunicación. 

Esto viene a colación de muchas notas falsas que pululan en la red, y la más reciente, la de la supuesta venta de Isla Mujeres a los estadounidenses, que movió y removió los grupos en Facebook, afirmando sin razón que era una “verdad sin cortapisas”. En estas personas (que bien pueden ser referidas con el anacrónico apelativo “cibernauta”), la evolución digital no ha llegado, y por tal, siguen con el “chip” de la unipolaridad, es decir, por más ángulos que se le ofrezcan para observar un hecho, “se casan” con el que se amolda a sus preconcebidos prejuicios informativos, dando por cierta la más inverosímil noticia del mundo. 

Para empeorar el problema, el hecho de que el usuario desinformado comparta estas noticias en su “timeline”, hace que el algoritmo de las redes sociales le coloque en “bandeja de plata” decenas de sitios y notas relacionadas, situación que profundiza su ignorancia, pues el “internauta” no ve estos enlaces como “sugerencias”, sino como hechos que reafirman sus ideas. 

A la larga, la ceguera informativa del “cibernauta” crea en derredor suyo un “cerco informativo” del que nunca saldrá por más que le presenten pruebas, pues esas “verdades” son las que dan forma a su realidad, dejando en manos del “smartphone” su capacidad de entendimiento e inteligencia digital. 

El regreso de los “bots”

Ciertamente, estos personajes nunca se irán, pero hace unos días, curiosamente enfocaron sus baterías en contra de cierta prestigiosa universidad local, a tal grado, que por medio de páginas de Facebook “a modo” y falsos portales de noticias, acusaron gravemente a un catedrático, sin más pruebas que cometarios masivos ad hoc de usuarios falsos o pagados. Tristemente, muchas personas terminaron creyéndose el cuento, únicamente “porque salió en Facebook”. 

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