¿Cuánto te quieres?

Continúa la polémica sobre el consumo de productos chatarra y sus repercusiones a corto y largo plazo. Las víctimas de enfermedades condicionadas por la obesidad se multiplican.

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A veces no logro entender cuando vivimos en zozobra ante el temor de tener o desarrollar algún infarto cardiaco, embolia,  diabetes o cáncer. Dentro de los principales detonantes se encuentran el estrés y la obesidad. De esta última lamento comentar que México sigue ocupando el primer lugar mundial. Siete de cada 10 mexicanos estamos con sobrepeso u obesos. Lo anterior atrajo a mi mente reciente pasaje que evidencia lo que estamos dejando de hacer para prevenir estos flagelos.

Salía de una tienda de “conveniencia”, y de pronto un infante de 5 años se tiró al piso y con su berrinche le exigía a su madre que le comprara cierto producto chatarra. Después de los jaloneos, el crío logra su objetivo. Me cuestioné ante eso cuánto vale la salud de nuestros hijos y con qué facilidad, con tal de evitar el espectáculo, cedemos al insano capricho. 

Continúa la polémica sobre el consumo de productos chatarra y sus repercusiones a corto y largo plazo. Las víctimas de enfermedades condicionadas por la obesidad se multiplican. Habría que revisar el tema desde diversas aristas. Por principio de cuentas definiría el concepto de comida chatarra: aquellos productos ricos en azúcar, sal, grasas “trans” y con escaso valor nutritivo por la falta de vitaminas, ácido fólico y minerales. Así tenemos las frituras, algunos chocolates, galletas rellenas, refrescos gasificados, jugos de caja, entre muchos.

Estos productos se han adueñado de las preferencias del consumidor gracias a la publicidad engañosa y manipulada. ¿Acaso el fabricante repara en consecuencias? ¡Por favor!

Los profesionales de la salud vemos tristemente cómo se incrementan las consecuencias de la mala alimentación y el sedentarismo. Areas de hospitalización saturadas, dolor de familiares al ver cómo son “dializados” sus seres queridos, terapias intensivas en lucha incansable por limitar la embolia o infarto de los pacientes. ¿Hasta cuándo entenderemos que el hilo conductor de todo esto se inicia en el seno familiar?

Las comidas caseras son cosa del pasado, la pizza que está lista en 5 minutos te saca del apuro, pero abona a la enfermedad que cosecharán tus hijos. La diabetes triplicará su número para 2030, ya tenemos un 3% de niños con hipertensión arterial, el número de fallecimientos de menores de 60 años va al alza; baste revisar el obituario de los rotativos y  ver la edad que tienen los fallecidos.

Queda mucho camino por recorrer, pero sin duda la educación y la orientación desde los primeros años de vida en casa y escuela serían la piedra angular. Reforzar las bondades del consumo de alimentos naturales de la zona traería beneficios.

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