Cuba tras la muerte de Fidel

Cuba ya esperaba en cualquier momento la noticia del deceso del hombre que forjó una leyenda...

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Suerte de reportero: estar en el sitio indicado y a la hora oportuna. Eso fue lo que me pasó. Una acechadita a la isla en fin de semana finalmente me permitió ser testigo directo del primer día de Cuba sin Fidel. Y lo primero que hay que decir es que en el país caribeño ya esperaban la muerte del “comandante y fundador” de la revolución que derrocó a Fulgencio Batista y que tomó el poder el 1 de enero de 1959 (fecha oficial), cuando Fidel entró en Santiago de Cuba, la declaró capital provisional de la nación y designó presidente temporal al magistrado Manuel Urrutia.

La población de la Antilla Mayor se enteró en los primeros minutos del sábado 26, por boca del presidente Raúl Castro, que el “compañero Fidel Castro Ruz” había muerto a las 10:29 de la noche del viernes 25. Y no pasó nada. Cuba siguió su vida normal, pero, lo insólito, en silencio.

Uno podía caminar sin problemas por las calles de La Habana Vieja, recorrer los sitios emblemáticos, comer  un arroz congrí en alguna pequeña fonda o tomarse una cerveza en la Casa de la Infusión junto a un mural de mosaico que recuerda la asidua  presencia de Eça de Queiroz en ese sitio durante el tiempo que fue cónsul de Portugal en la capital cubana –mal de su pesar porque él buscaba el consulado en París en esa época (1872-1874) en que aún no era el poeta que llegó a ser-, mirar lo que todos los extranjeros miran sin mayor problema, pero sin el bullicio que es de esperarse en una comunidad bullanguera y alegre.

Cuba ya esperaba en cualquier momento la noticia del deceso del hombre que forjó una leyenda y que se constituyó en uno de los líderes mundiales más importantes, protagonista de sucesos históricos –la llamada Guerra de los Misiles que tuvo al mundo al borde de un colapso nuclear, por ejemplo- y que salió de México,  en un yate que dicen que le regaló un magnate yucateco de origen siriolibanés, con 82 seguidores, para protagonizar una de las grandes gestas revolucionarias de la historia y poner, frente a las narices de Estados Unidos, un enclave marxista-leninista en una época en que la Guerra Fría estaba en su apogeo.

¿Qué va a pasar en Cuba sin Fidel? Creo que no mucho más de lo que ya pasaba con él. La vida sigue y esa nación, por muchos motivos ejemplar, seguirá construyendo su futuro que esperamos sea mejor que su presente.

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