De escritores y mercenarios

Sería mejor que los escritores con trayectoria tuvieran el pudor de no concursar reiteradamente en competencia...

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El lunes 21 se celebrará el Día del Escritor. Este hecho generó reflexiones provocadas por la reciente polémica que se suscitó alrededor del Premio Estatal de Literatura Infantil “Elvia Rodríguez Cirerol”, donde hubo una controversia, ya que el jurado en la categoría de niños menores de ocho años eligió en primer lugar al poeta Fernando de la Cruz. No obstante, la convocatoria en su primer inciso indica que “no podrán participar quienes hayan obtenido este galardón con anterioridad”, resultando que De la Cruz obtuvo la segunda posición de esta categoría en 2011. Asimismo, en la de 12 años en adelante, el primer sitio fue para Francisco Lope Ávila, pero en la segunda posición de nuevo apareció Fernando de la Cruz.

La disputa surgió al retirársele ambos galardones, cuestión que quedó de manifiesto en una carta dirigida a la opinión pública donde el autor argumentó el porqué consideraba injusta esta decisión. Como eso es una cuestión que no me atañe y los méritos literarios no están en discusión, sí quisiera referirme al ambiente literario e institucional que ha dado como resultado que fuera de nuestro Estado los escritores y la literatura regional sean más conocidos por sus chismes y pleitos intestinos, que por su calidad. Cuestión triste, pero no menos cierta.

Las convocatorias hechas en Sedeculta parecen estar redactadas con las patas, sin importar si se trata de concursos o festivales, asunto que es insoslayable si cuentan con departamentos jurídico y de fomento literario que deberían poder proporcionar una redacción legal y decorosa, no sujeta a interpretaciones . En lo sucesivo se deberían establecer candados y fomentar la superación de nuestros escritores más allá del patio, ya que la posibilidad de ganar una y otra vez el mismo premio ha creado una cultura mercenaria entre los creadores que, aprovechando la oportunidad como es su derecho, aplican a cuanta categoría o concurso les dé cabida, como ocurrió con Ileana Garma, que ganó el premio de poesía del concurso “El espíritu de la letra”, mismo que obtuvo el año pasado sólo que en la modalidad de cuento. Talentosos como son los referidos, ¿no sería mejor que una vez premiados orientaran sus esfuerzos a participar en certámenes fuera del solar?

Después de todo, si es justicia al mérito literario y no dinero lo que se busca al participar, sería mejor que los escritores con trayectoria tuvieran el pudor de no concursar reiteradamente en competencia con las voces emergentes, pues tampoco es justo que los más jóvenes se midan con autores experimentados, ya que los noveles son los que más necesitan incentivos para continuar en la senda creativa, ajenos, como lo están, a ambiciones de tipo económico. Finalmente esto último se resuelve no escribiendo, sino trabajando, que es precisamente lo que más le hace falta a los escritores de Yucatán.

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