De Mataulipas a Tamaulipas
Las estrategias para Tamaulipas descansan sobre tres ejes previsibles: 1. Desarticular organizaciones delincuenciales 2. Sellar flujo de droga y dinero 3. Trabajos de inteligencia.
No descansaré hasta que Tamaulipas esté en paz”, afirma categórico Egidio Torre Cantú, gobernador de una entidad que vive momentos atroces y de hiperviolencia que al estilo de otro gran estadista, Fausto Vallejo, sistemáticamente fueron negadas o explicadas como producto del gran trabajo en materia de combate a los grupos delictivos desatados en la entidad.
Y la frase no está mal, sobre todo luego de tanto relax y alivianamiento que se aventó mi góber después de llegar al poder una vez que sustituyó como candidato del PRI a su hermano asesinado en una emboscada de la que, como es tradición, ya jamás se supo nada.
Digo, por eso está muy bien que ahora don Egidio manifieste voluntad política y agradezca genuflexo el apoyo del gobierno federal, una vez que la realidad le demostró que la cosa estaba peor que en Ucrania. Y tanto que alegaba de manera graconiana que “no hay exceso de crisis”, justo a dos minutos de que los tamaulipecos se volvieran autodefensas.
Todo bajo la clásica frase de Eulalio González Piporro:
—Y que me sale un oso... Y le empiezo a aventar estiércol a los ojos...
—¿Estiércol? ¿Y de dónde sacas estiércol?
—En ese momento te sobra.
Las estrategias para Tamaulipas descansan sobre tres ejes previsibles: 1. Desarticular organizaciones delincuenciales 2. Sellar flujo de droga y dinero 3. Trabajos de inteligencia. Creo que en la ceremonia, además de estar a punto de decir con toda lógica Mataulipas en vez de Tamaulipas, y advertir a que no se tolerará, as always, a funcionarios involucrados con el crimen y la corrupción, a Osorio Chong solo le faltó decir la típica frase del sexenio calderónico que hasta ahora nadie ha descifrado:
“Reconstrucción del tejido social”.
El tipo de discurso que bien se pudo haber utilizado para tratar de paliar las dudas sobre si hay o no recesión en México. Algo que es extraño, sobre todo cuando Peña Nieto, que siempre tiene la razón, ya expresó que “la economía va por buen camino”, aunque los histéricos se dejen llevar por las cifras del Inegi y de las expectativas de crecimiento al nivel de Zambia.
Por esa clase de histerias la gente se arroja a los brazos del alcohol para encontrar sosiego, haciendo que éste sea más mortífero que, según la OMS, el sida, la tuberculosis y la violencia juntos. Ojalá no escuchen estos datos en la Segob, porque en vez de atender a todos los estados que están peor que Michoacán, son capaces de nombrar un comisionado para cerrar las cantinas.