De migraciones: furia y alegría

Los integrantes de la Cámara baja son mucho más vulnerables a los ataques de grupos organizados locales.

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El Senado de Estados Unidos aprobó esta semana la reforma migratoria. Queda largo camino en la Cámara de Representantes para que se haga realidad.

Los integrantes de la Cámara baja son mucho más vulnerables a los ataques de grupos organizados locales alrededor de causas conservadoras. Tienen que enfrentar elecciones cada dos años y en muchos casos pasar por un proceso de primarias en sus partidos, en donde los extremos políticos tienen una fuerza desproporcionada en relación a su poder real en las elecciones generales.

Son momentos, además, complicados económicamente después de muchos años con una seria crisis en el renglón de empleos, que complica el argumento frente a los ciudadanos comunes y corrientes. Esta semana tuve una pequeña probada que les comparto.

En mi comentario para el blog Latitude (http://latitude.blogs.nytimes.com/) hablé de lo que la política de deportación del presidente Obama estaba creando en algunas ciudades fronterizas y cómo esto se podía agravar con las medidas de seguridad fronteriza incluidas en la reforma.

Los lectores de Latitude —un blog dedicado a los puntos de vista de todo el mundo— no son exactamente conservadores. Aun así, desataron su furia contra mi texto y el voto del Senado.

Algunas muestras:

“Este artículo no aborda la alarmante proliferación de bandas latinas en las ciudades más importante en los EE.UU. No estamos hablando de un par de cientos de gánsters ... estamos hablando de decenas de miles que participan en todos los aspectos de la delincuencia organizada”.

“En el Estado de Nueva York, algunas víboras políticos quieren dar a los ilegales 5 mil dólares al año para la universidad. Esto es un escándalo absoluto. Estos traidores a la patria deberían ser deportados junto con los criminales a Ciudad Juárez y Tijuana”.

“Créeme, esos millones de ilegales no están aquí para convertirse en estadounidenses, sino para vivir de los americanos. ¿Qué tan difícil de digerir es esta simple verdad? ¿Cómo pueden conciliar los 24 millones de estadounidenses sin trabajo o subempleados con la idea de legalizar a que muchos sin educación, no preparados compitan con nuestros ciudadanos?”.

“Están mintiendo cuando dicen que el muro será construido, la historia dice que ¡mienten! No habrá manera de forzarles a que aprendan inglés, o que paguen una multas o entreguen suficiente al IRS (nuestro SAT) para justificar los millones que recibirán. Hay que deportar a todas las personas que han entrado ilegalmente o, que los estadounidenses vuelvan a tener trabajo y entonces nosotros, como estadounidenses decidiremos quién entra, quién se beneficiará de nuestro querido país y sólo entonces...”

“Como demócrata de toda la vida y ardiente partidario del Presidente, creo que el mayor defecto de nuestro partido es la manera en que toleramos a estos mexicano-americanos que afirman que la inmigración violando la ley es una especie de derecho natural. Apoyo firmemente la Administración Obama para deportar a criminales que están ilegalmente en este país. Apoyo firmemente la seguridad fronteriza. Yo denuncio enérgicamente a los empleadores que contratan a inmigrantes ilegales. Apoyo firmemente la migración legal, en especial para aquellos que tienen las habilidades y el capital, y creo que es necesario denunciar la inmigración ilegal con el fin de maximizar los beneficios de la inmigración legal”.

“¿A quién le importa lo que quiere el gobierno mexicano? Son débiles e impotentes, su ejército no puede contra los carteles locales de drogas, y mucho menos contra el Ejército de los EU. Si los mexicanos no van a resolver su propio país, los Estados Unidos deberían maltratarlos lo más posible hasta que lo hagan. Tenemos que luchar contra los ricos de este país, para que nuestro nivel de vida se recupere, no tengo tiempo para los problemas de México”.

Me temo que ese es el tono.

Por ahí andará el debate las próximas semanas. Lleno de ignorancia, miedo, y furia.

Y hablando de migraciones

En marzo de 2004, en un momento complicado de mi vida periodística, recibí una llamada de Carlos Marín. “Ya” —me dijo, como quien da una orden—. “El sábado escribes la columna aquí en MILENIO”.

En estos nueve años me he integrado a otras tareas en esta mi casa periodística, gracias a la generosidad de los González, de Marín y de Ciro Gómez Leyva.

Hoy, casi 500 columnas después, ha llegado el momento de despedirme de quienes me han acompañado los sábados e invitarlos a que me acompañen en una mudanza que me emociona. Comenzando pasado mañana, la Duda Razonable aparecerá en la página 2 del diario, en la sección Al Frente, de lunes a viernes.

En este espacio sabatino se quedará mi amigo León Krauze y su Epicentro. Los lectores sabatinos, estoy seguro, saldrán ganando.

Twitter: @puigcarlos

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