El tuit de la selección estadounidense de fútbol (@ussoccer) fue el latigazo final para millones en una noche de surrealismo deportivo: #YoureWelcomeMexico. 

Los estadounidenses arrancaron un grito de esperanza a una nación, ya no en el cine, en la música, en las series de televisión, en la literatura, en los parques de diversiones, con personajes y superhéroes; ahora lo hicieron en el futbol, ofreciendo, como siempre, lo que los mexicanos no pueden encontrar en su propia casa. 

Aun así, millones vivieron un harakiri psicológico al descubrirse coreando las siglas del país que creían odiar: U.S.A., U.S.A… 

¿Se acabó, en un minuto y con un gol, la xenofobia nacional? 

Los mexicanos estamos en todas partes, no hay un solo país en el mundo con más connacionales viviendo en el extranjero. Y, en vez de ofrecer la hospitalidad que le demandamos a otros países, la mayoría de los mexicanos (66%) aprueba deportar a los indocumentados que se encuentran en nuestro territorio. 

¿No es eso lo que nos molesta de los gringos?

Inclusive, un 22% de compatriotas apoya construir un muro en la frontera sur, con Guatemala y Belice, como aquel que llamamos “de la vergüenza” al norte, frente al río Bravo (estudio Las Américas y el Mundo, del CIDE).

Costa Rica, Panamá y todo Centroamérica entero estaba deseoso de ver caer al “gigante”, el significado de México para ellos es similar al de Estados Unidos para nosotros, también estamos al norte y tenemos una mejor economía.

También discriminamos: casi la mitad de los mexicanos cree adecuado que, sólo por su apariencia, las autoridades detengan e interroguen a los extranjeros centroamericanos (Encuesta Nacional sobre Discriminación). Precisamente de eso se trató la ley SB1070 aprobada en Arizona, que generó escándalo y sorpresa para nuestra opinión pública. 

Asimismo, 42% de los connacionales no estarían dispuestos a vivir con un extranjero.

Es muy fácil criticar a los Estados Unidos, pero revisando las estadísticas de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en México también se violan continuamente los derechos de los indocumentados.

Esta actitud xenofóbica nos afecta más a nosotros y puede orillarnos a desaprovechar nuestra cercanía con la economía más grande del mundo. 

Además, nos deja con un sabor a hipocresía.